23 junio 2004
Un entrenador para el Numancia
 

El Club Deportivo Numancia vuelve a ser equipo de Primera. Cinco años después de su debut en la máxima categoría, ocho después de subirse a las barbas del Barça en la Copa del Rey, el conjunto de la ciudad cuya población cabe tres veces en el Santiago Bernabéu ha culminado una gesta más. El año que viene, tras el descenso del Real Valladolid, será el único representante de la comunidad en la División de Honor.

Uno de los artífices del éxito de los sorianos ha sido su entrenador, Quique Hernández Martí. Sin embargo, el valenciano ya ha anunciado que no seguirá la próxima temporada. Sopesa la oferta del Recreativo de Huelva, que, por cierto, tiene la gentileza de hacerle de sparring al Numancia cada vez que éste se dispone a poner otra pica en la Historia. De modo que el club castellano tiene ante sí la difícil papeleta de buscar a un nuevo técnico que no haga añorar al anterior, que se adapte a las condiciones de un equipo modesto y que a la vez esté avalado por el prestigio y la experiencia necesarios para brillar en la Liga de las Estrellas.

Entre los diversos candidatos, hay uno que está en la mente de todos y al que apoyamos encarecidamente desde esta tribuna. En breve quedará libre de contrato a pesar de su indiscutible tenacidad y apego a los colores, y sus características se adecúan perfectamente a los requisitos de los equipos humildes. Sistemático, amarrategui, indiferente a los artistas del balón que el Numancia nunca tendrá suficiente dinero para fichar, es capaz de salir siempre al cero-cero o al uno-cero, trabar seis jugadas en tres partidos, marcar dos goles y llevarse cuatro puntos. Optimista, inasequible al desaliento, indulgente con los veteranos crepusculares y los jovenzuelos sobrevalorados hasta ponerles un 6 por no hacer nada, el buen ambiente en el vestuario del Numancia estaría asegurado con él por muy cerca que ronde el descenso. Adusto, disciplinado, poco dado a unas alharacas que resultarían completamente extemporáneas en el rudo clima del páramo soriano, su figura representa el arquetipo canónico de los entrenadores que se suelen catalogar como de perfil bajo y gordo.

Si en Segunda tuvimos a un ex seleccionador autonómico como Quique Hernández, ¿qué menos que subir un peldaño ahora que estamos en la élite del fútbol español? Sin lugar a dudas, Iñaki Sáez sería un técnico idóneo para sentarse en el banquillo del Numancia la próxima temporada.

 

Referencias y contextualización

Iñaki Sáez fue el seleccionador nacional en la Eurocopa de fútbol que acababa de disputarse en Portugal, y en la que España cayó eliminada en la primera fase, después de ganar a Rusia 1-0, empatar con Grecia 1-1 y perder con el equipo anfitrión 1-0. En los tres partidos, España desplegó un juego bastante mediocre, y Sáez exhibió su carácter conservador y apegado al sistema de juego. Los medios de comunicación se le echaron encima y reclamaron su dimisión, pero Sáez, inicialmente (el jueves 24 terminaría renunciando al cargo), manifestó su voluntad de continuar, porque lo fácil en estos casos sería dimitir. Además, valoró con un 6 el papel de sus jugadores, entre los que una de las grandes decepciones fue el madridista Raúl. Jóvenes promesas encumbradas a los altares por la prensa, como Fernando Torres (Atlético de Madrid) tampoco escaparon de la mediocridad.

Quique Hernández Martí había sido preparador de la selección autonómica de la Comunidad Valenciana antes de fichar por el Numancia.

 

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