26 marzo 2003
Unos críos
 

Se decía que eran unos críos. Los manifestantes de la Plaza Mayor de Valladolid o Salamanca, de la Puerta del Sol o el Paseo de Gracia, de Londres o San Francisco, eran todos unos críos. Una pandilla de estudiantes adinerados y ociosos, que se montaban huelgas festivas para pirarse las clases. Coreaban consignas que no analizaban, defendían a dictadores, se dejaban instrumentalizar por los partidos y segregaban hormonas agrediendo a policías y quemando papeleras. Cosas de la edad. No se debía tener muy en cuenta lo que decían ni cuánto gritaran, porque, al fin y al cabo, era una chiquillada propia de críos.

De repente, en la tele apareció un niño de papá haciendo pucheritos y anteponiendo su voluntad a la autoridad establecida; era un chaval que se regía por su catecismo y sólo distinguía “bien” y “mal”. Días después, a otro que se llamaba Tommy (anda, que tiene huevos que el comandante de ese ejército se llame “Tommy”) se le notaba feliz como un niño con misiles nuevos jactándose de que esta guerra sería lo nunca visto. Había un tercero con nombre de pato de dibujos animados; un chico fantasioso que bautizaba a sus campañas “Impacto y sobrecogimiento” o “Libertad iraquí”, aunque a veces le daban berrinches por lo que les hacían a sus soldados y se tapaba tercamente los oídos cuando le recordaban Guantánamo. Y también un cuarto, Inocencio, español, pero ése pintaba poco, seguramente porque ni con amenaza militar habría conseguido en su puta vida que le aprobaran el examen oral del First Certificate.

Para ellos sí que se trataba de un juego. Un simulador para niños brutos; una partida de Playstation en la que no tenían nada que temer, en la que no había refugiados que tuvieran que volver a empezar de cero, ni pérdidas que durasen toda una vida, ni noción de lo salvaje e intolerable que es el dolor físico. Y, sin embargo, algunos intelectuales se empeñaban en reírles todas las gracias y miraban para otro lado con tal de conjurar sus neuras personales o edificarse una inverosímil pose independiente buscando las vueltas a los primeros. Estos sabios eran unos críos para entretenerse con su peli bélica de balas de fogueo y escombros de cartón-piedra, pero en absoluto para crear un lenguaje propio, imaginativo, inalienable, que reinventase el mundo lejos de la lógica que les habían enseñado a dar por supuesta.

Finalmente, estaba la niña de la portada del lunes.



 

Referencias y contextualización

Los sectores de opinión favorables a la actuación del Gobierno español en relación con la recién comenzada guerra de Irak solían acusar a los manifestantes pacifistas de falta de madurez y responsabilidad y de concebir las concentraciones con un espíritu festivo y como coartada para hacer huelgas y pirarse las clases. Decían también que estaban dispuestos a defender a Sadam Hussein con tal de criticar al PP y a los Estados Unidos, y que su idealismo atropellado estaba siendo aprovechado políticamente por los partidos de izquierda, y llamaban la atención sobre el escaso pacifismo de algunas acciones violentas o vandálicas que se estaban registrando.

En la intervención televisada en la que George Bush dio un ultimátum de tres días a Sadam Hussein para abandonar el poder si quería evitar la invasión, el presidente norteamericano apareció con un semblante ocasionalmente compungido, apeló a la "voluntad" de su pueblo para hacer lo que iban a hacer. Además, ya era de dominio público que Bush leía el Evangelio todos los días para inspirar su forma de actuar, y en repetidas ocasiones había planteado la guerra que se acercaba como una lucha entre el Bien y el Mal.

El general en jefe de las tropas norteamericanas en Irak, Tommy Franks, había anunciado al comenzar los bombardeos que esta guerra sería "lo nunca visto" en cuanto a tecnología y efectividad. La campaña militar había sido bautizada por el Pentágono con el nombre de "Iraqi freedom", y la primera fase de bombardeos intensivos para disuadir cualquier tipo de resistencia con el de "Shock and awe". El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, se había quejado del trato a algún prisionero estadounidense, pero desde hacía dos años mantenía en la base militar de Guantánamo a un nutrido contingente de supuestos militantes de Al Qaeda, prisioneros de la guerra de Afganistán, sometidos a unas condiciones infrahumanas y sin derecho a una defensa legal. Inocencio Arias era el embajador español en la ONU, y el First Certificate es el primero de los tres exámenes organizados por la Universidad de Cambridge para evaluar el nivel de inglés de los estudiantes extranjeros. La Playstation es la videoconsola más vendida y conocida de estos años.

El lunes 17 de marzo, la edición nacional de El Mundo sacó en portada una terrorífica foto de una niña de la ciudad iraquí de Faluya con los pies convertidos en un amasijo de colgajos sanguinolientos, en brazos de su tío tras un bombardeo de la ciudad por la aviación norteamericana. La imagen causó una fuerte conmoción en la opinión pública española.

 

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