2 abril 2003
Lega-legalización
 

Como la guerra de Irak se alarga más de lo debido y ya rebasa la cuota efímera que está dispuesto a aportar ese trío frívolo que componen nuestra atención, nuestra capacidad empática y nuestra necesidad de emociones fuertes; como casi no se trata más que de ir amontonando víctimas pausada, flemáticamente, y de consignar aquello que decía Camus en La peste de que cuando se ha hecho la guerra apenas sabe ya nadie lo que es un muerto; como no nos queda sino elegir entre una escabechina que se les empache a los americanos y la humillación de verlos jactarse de un éxito militar y político que al menos no se haya llevado por delante demasiadas vidas; como, en fin, tampoco vamos a escribir todas las semanas de lo mismo, cambiaremos por esta vez de manifa y acompañaremos a la del Foro contra la Droga y su nada paradójica defensa de la legalización.

No cabe duda de que la comercialización transparente de las drogas colocaría en la superficie a un submundo en el que abundan los negocios turbios, la violencia y la insalubridad, y que repercute en los vecinos de los focos de venta. Con toda seguridad, la ley del mercado también primaría un género “de calidad y barato”, como decía la simpática canción de Ska-P. Frente a esas indudables ventajas, está el argumento de que no sería de recibo tentar a los no iniciados con una primera vez tan fácil y prometedora en lo que a fin de cuentas es, aun sin adulterar, una sustancia adictiva y a largo plazo mortal (la legalización de las drogas blandas no solventaría el problema, aunque sí proporcionaría una oferta inocua a una demanda muy extendida y que no tiene nada que ver con la drogadicción).

No hay más que dos posibilidades, sí o no, y hay que elegir. Elegir entre afrontar una situación que está ahí y mejorar en parte la calidad de vida de los que ya no pueden, precisamente, elegir, o guiar desde una suerte de despotismo ilustrado a la ciudadanía insensata impidiendo siquiera que se plantee una posibilidad que no le conviene. En esa tesitura, resulta incoherente que, en la misma línea, no se haga nada por ilegalizar la venta de armas de fuego, de los perros peligrosos o de los coches que alcanzan los 200 km/h (es decir, casi todos). Yendo un poco más allá, también que a la mayoría de los programas no los acompañe un subtítulo sobreimpreso que indique que ver la televisión perjudica seriamente la inteligencia. Y, desde luego, en ninguno de estos campos se dan un estado de necesidad tan acuciante y una esclavitud económica tan intolerable como los de los drogadictos.


 

Referencias y contextualización

"Lega-legalización (...) de calidad y barato" es lo que decía la popular canción Cannabis, del grupo madrileño Ska-P. El Foro contra la Droga convocó una manifestación en Valladolid, paradójicamente a favor de la legalización del tráfico de estupefacientes, para evitar las consecuencias que la clandestinidad tenía sobre implicados y vecinos, por ejemplo en estos momentos en el barrio de Los Pajarillos (ver "Carta abierta a Kiko Rosique"). Esta manifestación se producía en un período de máxima protesta popular en las calles contra la guerra de Irak.

 

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