18 diciembre 2011 |
Advenimiento de la república |
Este martes, el discurso de investidura de Rajoy quedará acallado en Valladolid por otra toma del poder que se antoja mucho más decisiva para los ciudadanos: Ikea va a trastocar para siempre, no sólo el sector del mueble en la provincia, sino la misma forma en que los vallisoletanos concebirán la formar de decorar interiores. Los políticos, como en su día los papas, pueden dictar leyes e imponer prohibiciones para tratar de modificar los hábitos y creencias de la gente, pero su capacidad de erosión es mínima al lado del gota a gota diario de los ritos que se repiten consuetudinariamente. Y, en la sociedad de consumo, esos ritos los establecen las grandes multinacionales. La entronización de la república independiente en las casas (de instaurarla en el Estado ya se está encargando Iñaki Urdangarin) supone la expansión del sistema de producción en masa a uno de los últimos sectores que le faltaban por conquistar. Desde que en el siglo XVIII las prendas industriales de algodón irrumpieron en el mercado inglés y arrinconaron a los tejidos artesanales de lana al nicho minoritario de los objetos de lujo, la cantidad barata y uniformizada siempre ha derrotado a la calidad cara y personalizada. La gente, y más en épocas inciertas como ésta, se siente satisfecha si araña un ahorro al gasto previsto, aunque luego tenga que adaptar las medidas de su cocina a las de las tablas prefabricadas por todos esos proveedores suecos a quienes se les ha aparecido la Virgen con la venturosa coincidencia de que Ikea sea compatriota suya y no una empresa inglesa o alemana. Compatriota y patriota, porque no me digan que no son kitsch esos guiños de adoptar los colores de la bandera de Suecia u ofrecer descuentos a quienes los vistan en sus primeros días en Valladolid. Parece que, además, los clientes acaban cogiéndole el gusto al bricolaje, aunque se tiren montando los muebles un puñado de horas cuyo valor monetario en mano de obra, sumado a los precios de Ikea, se acercaría bastante al de las mesas, las sillas o las estanterías de producción artesanal. No obstante, me declaro incompetente para analizar esta paradoja, porque mi apego por los trabajos manuales es sencillamente nulo. Creo que debí de ser el único niño de España que jamás hizo siquiera ademán de intentar armar el juguetito que traían dentro los kinder sorpresa. Con el establecimiento de Arroyo de la Encomienda a tiro de paseo en coche con maletero deseoso de ser cargado, las viviendas vallisoletanas se van a llenar en mayor o menor medida de muebles de Ikea, y las visitas periódicas a la tienda se integarán para siempre en la rutina sabatina de los ciudadanos, aderezada con una cena en el McDonald`s del centro comercial y una peli en la primera sala que se les ocurra de los multicines. La sentencia de muerte para muchos de los pequeños minoristas del sector será, simplemente, el auto de fe que consagrará el triunfo de la nueva religión.
|
Referencias y contextualización El martes 20 se inauguró una tienda de la multinacional sueca Ikea en Arroyo de la Encomienda, a pocos minutos de Valladolid, dentro de un complejo que también incluiría un centro comercial. Ese mismo día, Mariano Rajoy iba a ser investido como presidente del Gobierno tras su victoria en las elecciones del 20 de noviembre. Los anuncios publicitarios de Ikea solían repetir el lema "la república independiente de tu casa". Durante estas semanas, las portadas de los periódicos incluían invariablemente alguna nueva revelación sobre la presunta trama de corrupción organizada por Iñaki Urdangarin, marido de la infanta Cristina, en torno al Instituto Nóos, en teoría sin ánimo de lucro. |
|