4 diciembre 2011 |
Me debo a mi periódico |
No pretendo agarrarme a la coartada de que a los lectores les pueda resultar interesante atisbar el lado humano del plasta que les perora los domingos como antes hacía los miércoles. No. Mi lado humano es, si cabe, aún más prescindible de lo que puedan ser mis opiniones. Pero los veinte años de El Mundo de Castilla y León, once de los cuales he tenido el lujo de compartir, merecen un excurso por si acaso llega el día en que ya sea demasiado tarde para hacerlo. Si digo que me debo a mi periódico no es en el sentido devocional en que pueda decirlo Pedro J. Ramírez. Podría ciertamente referirme a mi gratitud por el gustazo de seguir escribiendo en este diario, conocer a sus profesionales, discutir en Facebook con Vidal Arranz y José María Nieto y compartir de vez en cuando unas copas con Tomás Hoyas. Pero la acepción del verbo deberse que me parece más digna de destacar es la estricta, intrínseca y fundamentalmente causal. La esencia es una función de la existencia. Todos somos líquidos; podríamos haber sido de muchas formas diferentes pero, de todas ellas, adoptamos finalmente la del recipiente en que nos ha vertido la vida. Y, cuanto más me introspecto, más me doy cuenta de que yo, en gran medida, soy como soy por ser columnista de El Mundo. Por la obligación de enfrentarme desde los 23 años a la actualidad con el propósito de no dar nada por sentado, que es el mínimo de rigor y honestidad que uno debe a quien jamás le ha censurado, impuesto ni sugerido una coma. De tal forma que, a fuerza de vestirme semanal o quincenalmente con ese disfraz, si algo define actualmente mi psicología es la necesidad de reflexionar y forjarme una opinión sobre todo lo que me rodea; ese prurito de observar más que de actuar del que acaba hasta las narices la novia de Woody Allen al comienzo de Sueños de un seductor. Aunque luego la vida me ha regalado experiencias profesionales a las que no habría podido aspirar en Valladolid, soy consciente de que siempre acudo a ellas con el personaje que este periódico hizo de mí. En las ruedas de prensa, por ejemplo, no intervengo con la destreza que exhiben mis colegas para arrancar una frase de portada. Prefiero un buen argumento a un buen titular. Y es porque, en el fondo, pregunto por los temas sobre los que me gustaría escribir una columna en El Mundo. Un día, Justino Sinova me dijo que yo había hecho mi trayectoria profesional al revés: primero los artículos de opinión y luego el periodismo de calle. Tenía razón. Empezar escribiendo columnas en El Mundo de Castilla y León ha sido entrar en la plaza por la puerta grande. Ahora lo difícil será hacer méritos suficientes para que un día también me saquen por ella.
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Referencias y contextualización El jueves 1, se celebró el 20 aniversario de El Mundo de Castilla y León, primera edición regional de la cabecera. El fundador y director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, solía referirse al mismo como "mi periódico"; un latiguillo que a veces parodiaban amigos suyos como el periodista radiofónico y columnista de la edición nacional del diario Federico Jiménez Losantos. Vidal Arranz era en este momento el director de la edición regional, y, desde su fundación, Tomás Hoyas era el jefe de la sección de Opinión y José María Nieto el humorista gráfico. Justino Sinova era columnista de la edición nacional, también desde su fundación en 1989. Al comienzo de Sueños de un seductor, la novia del personaje a quien interpreta Woody Allen le abandona recriminándole que se limita a ser un observador de la vida y que ella lo que quiere es vivirla.
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