9 septiembre 2012
Causas sin causa
 

 

Asombra la audacia con la que algunos pretenden fijar en la opinión pública relaciones causa-efecto sin siquiera tratar de argumentar que ésa concreta es, de todas las múltiples alternativas posibles, es la que provoca la consecuencia y no es una simple correlación sin conexión alguna con la primera. Por ejemplo, ese dirigente de Nuevas Generaciones de Salamanca que ha achacado la subida del IVA aprobada por el Gobierno al gasto que durante las pasadas legislaturas ha supuesto al erario público la atención sanitaria a los inmigrantes. Puesto que la recaudación prevista por la reforma fiscal que nunca quiso aprobar Rajoy asciende de 7.500 millones, digo yo que la necesidad de ingresarlos se podría haber vinculado con cualquier otra partida presupuestaria de ese montante. Sin ir más lejos, la Iglesia católica recibe 10.000 al año.

Otro líder político, en este caso de Viejas Generaciones, José María Aznar, estima que el problema de la crisis económica de España es el coste del sistema autonómico y del Estado del Bienestar. Pero sucede que ambos ya existían y suponían un gasto equivalente al actual en los años en que nos iba bien y él mismo transfirió a las comunidades la gestión de la educación y la sanidad, que hoy absorben el 70% del presupuesto autonómico. Ceteris paribus en gasto, ¿no es más fácil atribuir el problema a la merma de ingresos que ha provocado el desplome de la construcción?

Sin salir de la escuela, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, justifica que se aplique el tipo general del IVA a los cuadernos y las mochilas, en lugar del reducido, porque “técnicamente” no se puede saber si los adquieren alumnos para ir a clase o arquitectos para su estudio profesional. Bueno, sin salir de la Iglesia, técnicamente tampoco sabemos si el dinero que recibe la institución se destina a labores benéficas; a promover, no sé si la discriminación sexual, pero desde luego sí el puritanismo con la separación por sexos en la aulas de los centros concertados; o, es un suponer, a que los curas compren piruletas a los niños.

Pero, sin duda, la causa sin causa más audaz que se ha establecido estos días es la que algunos entrevén detrás de la liberación del etarra Bolinaga. Según su interpretación, no es, no puede siquiera ser, que el Gobierno del PP, con razón o sin ella, haya coincidido con su predecesor socialista en que resulta menos peligroso perdonar a un asesino enfermo y jubilado que dar munición del calibre victimismo a 120.000 abertzales. No. Lo que ocurre, diagnostican con indubitable clarividencia, es que Rajoy sigue la hoja de ruta de Zapatero, como si tuviera algún interés o necesidad de hacerlo.

De las relaciones causales arbitrarias no se libran ni tan siquiera los científicos. Ahí está, por ejemplo, la revolucionaria tesis de que el Homo Antecessor se comía a los niños de otros grupos con el expreso objetivo de marcar territorio. Tienen dos indicios: que los chimpancés lo hacen precisamente motivo y que ejecutan el mordisco de la misma manera que sus primos primates evolucionados. No sé. Espero no pasarme de escéptico si apunto que eso no permite deducir nada. Quién sabe. A lo mejor los Homo Antecessor se comían a los niños porque en Atapuerca no había piruletas.


 

 

 

 

Referencias y contextualización

 

 

 

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