24 febrero 2010 |
Crisis que por bien no venga |
Hace unos días, me estremeció oír a un tertuliano defender en la radio que la crisis tiene su lado bueno en la criba de empresas que realiza, explicando que deja sólo en pie a las más eficientes y competitivas para la fase posterior a la recuperación. La visión socialdarwinista de algunos liberales se asemeja sospechosamente a las que tenían Malthus sobre las epidemias, Hegel sobre la guerra, los nazis sobre el Holocausto y, sin necesidad de irnos tan lejos en el espacio ni en el tiempo, a la que conservan muchos colegios concertados sobre los suspensos y las expulsiones de cara a su estadística de aprobados en Selectividad. Desde luego, para montar una Champions League del libre mercado, nada más eficaz que mandar a Tercera División a las empresas que no puedan competir y al banquillo del paro a todos sus trabajadores, justificarlo como un ajuste de recursos o como un eslabón de la dialéctica del espíritu absoluto y admirar la pureza de las élites en tanto que signo del progreso que desautoriza cualquier mirada atrás del ángel de la Historia. Pero, ya puestos, con el mismo razonamiento podríamos dictaminar que la reforma más efectiva del sistema de pensiones es, de largo, la que se narraba en La fuga de Logan. Sin embargo, este domingo, hasta quienes nos sentimos incapaces de concebir a los seres humanos como peones al servicio de la evolución macroeconómica tuvimos que sentir la impresión de que no hay crisis que por bien no venga. Hace meses fue por la contención de los precios, luego por el incremento de la tasa de ahorro, y ahora el periódico nos revela que las bajas laborales en Valladolid descendieron en 2009 de 62.000 a 44.000, cifra esta última ya similar a la europea. El cambio es tan escandaloso que, frente a la caída del empleo a la que lo atribuyen los sindicatos, hay que convenir con la patronal en que muchas bajas que se pedían cuando no había miedo a perder el puesto eran innecesarias, un abuso de los derechos laborales. Yo tuve una compañera que en dos años acudió a trabajar un total de tres meses, gracias a una sucesión de bajas por lesiones que no se habría atrevido a solicitar ni el protagonista de Johnny cogió su fusil. Cuando la echaron, todavía tuvo la cara (la única parte operativa de su cuerpo) de achacarlo a su pasado sindical. En realidad, son los sindicatos quienes menos deberían tolerar el absentismo, que, sin entrar en temas de productividad, es una forma indirecta de fraude fiscal y un gran bocado al gasto público que reivindican en tiempos de crisis.
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Referencias y contextualización El descenso del absentismo laboral en Valladolid y Castilla y León durante la crisis, así como las interpretaciones que le daban la patronal y los sindicatos, se reflejan aquí. Thomas Malthus entendía las grandes mortandades como un ajuste entre los recursos alimentarios y la población, y G.W.F. Hegel las guerras como una fase en el desarrollo racional de lo que llamó el espíritu absoluto.El ángel de la Historia es un cuadro de Paul Klee inmortalizado por su evocación en las Tesis sobre filosofía de la Historia de Walter Benjamin, quien lo interpreta como un ángel con la cabeza vuelta hacia atrás, horrorizado ante el reguero de víctimas que ha dejado el pasado, pero que apenas puede detenerse a recordarlos porque lo empuja hacia adelante un fuerte viento que simboliza el progreso. La fuga de Logan dibuja una sociedad del futuro en la que los hombres se sacrifican voluntariamente a los 30 años para facilitar la "regeneración", mientras que Johnny cogió su fusil cuenta la historia de un plurimutilado de guerra que no puede ni siquiera comunicarse con el exterior, pero que mantiene la consciencia.
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