13 julio 2013 |
El Derecho lo retuerce |
El Derecho, el periodismo, la democracia y la moral, en vez de ser, cada uno en su jurisdicción, una función de la realidad social y humana, una ecuación construida a partir de ésta para juzgarla, relatarla, organizarla políticamente o encaminarla hacia el bien, se han erigido en universos paralelos al que debería ser su objeto, y han desarrollado sus propias normas y convenciones hasta perder completamente el contacto con esa base real que es lo único que justifica su existencia. Para no abstraerme yo también demasiado de la cruda realidad: el reflejo jurídico de la tragedia del autobús de Ávila que estaría más ajustado a la verdadera naturaleza humana sería, por un lado, que el conductor tuviera que reconocer que se quedó dormido al volante y, por otro, que inmediatamente fuera absuelto del delito de homicidio imprudente. Ser vencido por el sueño invencible no es ninguna imprudencia, y la desgracia de que nueve personas mueran por ello tampoco se le puede achacar a él, porque, si hubiera tenido la más mínima oportunidad de no dormirse, obviamente lo habría evitado. A quien no ha podido elegir entre dos opciones no se le puede hacer responsable de la que le ha dictado el azar. En la honestidad ingenua del espanto inmediato, él confesó haberse dormido ante la Guardia Civil. Pero claro, luego su abogado le explicó con razón que, si volvía a hacerlo ante el juez, lo condenarían sin remisión. Dado que al acusado se le permite mentir, porque los juicios no se plantean como un acceso a la verdad sino como una confrontación de relativismos sofistas, le sugiere lo del ruido y aduce que el primer testimonio “no tiene validez jurídica” por haber carecido de asistencia letrada. A su vez, los fiscales, que dominan y respetan tanto como el abogado las ficciones del Derecho, reponen que, hombre, como declaración no, pero como “manifestación espontánea” hay que tenerla en cuenta. Si no aparecen pruebas concluyentes que demuestren lo contrario, me da la impresión de que todos sabemos perfectamente lo que pasó en el accidente de Ávila . Y que, como de costumbre, es una causa trivial e inimputable a nadie la que ha generado una tremenda consecuencia y el sufrimiento de mucha gente. Esa es la verdad lisa y llana. A partir de ahí, todo lo demás lo retuerce el Derecho.
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Referencias y contextualización La noticia a la que hace referencia el artículo es ésta. El conductor del autobús reconoció ante la Policía haberse dormido, pero ante el juez negó este extremo y aseguró que antes de la colisión oyó un ruido en la parte trasera del vehículo. |
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