14 octubre 2009 |
El lenguaje en el interfaz |
La semana pasada nos sorprendió con varios hitos del progreso de la civilización en los que nuestra región ha sido, según dicen, pionera mundial, acaso por primera vez desde aquél cuya onomástica conmemorábamos anteayer. Por un lado, por supuesto, ese prometedor coche eléctrico de Valladolid, que en un futuro cargaremos enchufándolo a la red de alumbrado por la noche para luego realimentarla mientras conducimos de día; por otro, la providencial píldora anticonceptiva de León Farma, con la que las mujeres enchufarán de noche sin peligro de alumbrar aunque ese día no se hayan puesto las pilas para evitarlo. Pero, todavía más interesantes, tres soberbios ejemplos de la interacción entre lenguaje y tecnología que está empezando a revolucionar la historia de la comunicación. El primero, el fenomenal ingenio desarrollado por Cartif en Boecillo que convertirá en mensajes de voz la lengua de signos (más bien, de señas) en que se comunican los sordos, haciéndola inteligible a un interlocutor que no la conozca. El segundo, el no menos magnífico programa “2DKnol” de la Universidad de León, que al parecer ha creado un código de comunicación universal suprimiendo las connotaciones, polisemias y demás ambigüedades de las diferentes lenguas. Ambos sistemas se basan en la reducción de la amplia gama de signos que empleamos al comunicanos a un lenguaje objetivo y unívoco, legible para una máquina y no sujeto a interpretaciones. Es decir, nada menos que el instrumento perfecto de conocimiento con el que soñaron los positivistas lógicos y medio Wittgenstein. Sin embargo, y pese a lo que pudiera parecer, el paso del lenguaje por el interfaz no tiene por que ir en menoscabo de la expresividad. Por lo visto, Sony está preparando un nuevo joystick pare videojuegos que, además de interpretar los movimientos de la mano como ya hace la célebre Wii, leerá la expresión y las sensaciones del usuario y modulará su respuesta en función de éstas. Es decir, ejecutará un fascinante proceso de ida y vuelta en el que primero traducirá un mensaje complejo a lenguaje binario, como los inventos de Boecillo y León, y luego compondrá a partir de los unos y ceros una réplica articulada, verosímil e inteligible para el jugador. Precisamente a este sector comercial pertenece la tercera novedad tecnológica aportada por Castilla y León esta semana. La empresa salmantina ENNE va a lanzar una serie de televisión que el espectador podrá convertir en videojuego en cualquier momento e intervenir en él. Sería la integración plena entre lenguaje expresivo e interactividad... y además guarda un cierto parecido con la vida real: haga lo que haga el usuario, la trama siempre termina de la misma manera.
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Referencias y contextualización Más información sobre el coche eléctrico que iba a fabricar Renault en su planta de Valladolid, aquí. Sobre la píldora anticonceptiva de León Farma, aquí. Sobre el conversor de lengua de signos en mensajes sonoros de Cartif, aquí. Sobre el programa 2DKnol de la Universidad de León, aquí. Sobre el nuevo joystick de Sony, aquí. Sobre la serie/videojuego de ENNE, aquí. El filósofo alemán Ludwig Wittgenstein experimentó un cambio radical en su trayectoria al pasar de la búsqueda de un lenguaje objetivo y unívoco como el de las matemáticas en su obra Tractatus lógico-filosófico (el llamado "primer Wittgenstein"), imbricada en el positivismo lógico, a desistir de tal posibilidad y relativizar cualquier tipo de verdad porque ésta esta mediatizada por el lenguaje en sus Investigaciones filosóficas (el llamado "segundo Wittgenstein"). |
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