6 octubre 2013
Estatuas de sal
 

 

Como dijo sabiamente Juan Vicente Herrera para aplazar la cuchillada al melón sucesorio, uno puede convertirse en estatua de sal si mira para atrás y también si mira demasiado adelante. Es un peligro que amenaza a casi cualquier persona cuya edad deambule por los 30, los 40 o los 50, con suficiente pasado a sus espaldas como para detectar el itinerario por el que la vida le ha conducido sibilinamente hasta el presente pero a quien todavía le esperan unas cuantas encrucijadas y bifurcaciones que encaminarán su futuro.

Decía Nietzsche que uno vive la primera mitad de su vida y se pasa la segunda tratando de vivir de acuerdo a como vivió la primera. Pero ese deseo de ser coherente con uno mismo exige el requisito previo de haber llegado a un nivel de satisfacción suficiente como para no presentarse una enmienda a la totalidad a mitad de legislatura. O, al menos, haber alcanzado esa madurez que alguien definió una vez como el arte de estar en paz con aquello que no se puede cambiar. El paradigma cultural y los destellos audiovisuales del cine, la televisión y la publicidad no promueven precisamente el conformismo, pero la situación económica actual invita a la resignación.

Posiblemente, la mentalidad más sana, perspicaz y conocedora de la realidad sea ser consciente de que, en el fondo, nada depende de uno mismo, ni siquiera uno mismo, y degustar cada momento en la medida de lo posible sin dejarse paralizar por las luces y/o sombras del pasado ni por la obsesión de dar un contenido al futuro. Pero el presente es tan fugaz que ya es pasado y, contra lo que decía John Lennon, la vida no es sólo lo que nos sucede mientras estamos liados haciendo otros planes, sino también estos mismos planes.

No podemos dejar de tramarlos y luego evaluar su cumplimiento, precisamente porque pensamos, recordamos y soñamos, porque construimos nuestra vida como una narración y necesitamos darla un argumento y un sentido; porque no somos estatuas de sal. Aunque luego, a ratos o ya para siempre, nos deje de soplar el aliento y no nos quede más remedio que plegar velas y asumir que la vida era esto.


 

 

 

Referencias y contextualización

El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, quiso disuadir el 28 de septiembre a los dirigentes del Partido Popular que aspiraran a sucederle de que plantearan ya sus candidaturas, aduciendo, en alusión a la historia bíblica de Lot, que uno puede convertirse en estatua de sal tanto si mira atrás como si mira a destiempo demasiado adelante.

 

 

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