20 agosto 2003 |
Fumar mata a sustos |
Hubo una vez, allá por el Mesozoico, en que las cajetillas de tabaco se contoneaban impunemente ante los eventuales consumidores sin una mención a la insalubridad de su contenido. Aquéllos sí que eran buenos tiempos. Uno, en su bendita ignorancia, podía fumar y fumar como una fábrica exenta del Protocolo de Kyoto y poner en práctica la jaleada máxima de vivir el presente a tope sin preocuparse de si llegaría o no (literalmente) a fin de mes. Pero a los gobiernos les entraron remordimientos ante la sangría silenciosa que, según los estudios, uno de sus monopolios estaba causando entre sus hijos bienamados, y obligaron a insertar en los paquetes una tímida etiqueta que decía que las Autoridades Sanitarias advertían de que fumar podía perjudicar seriamente la salud. Por desgracia, un enunciado tan largo y pudoroso, atribuido a un ente difuso que no existe con ese nombre en ningún otro contexto, no ejerció el efecto deseado, y las Haciendas estatales tuvieron que resignarse a seguir recaudando a espuertas con la nariz tapada. Luego comenzaron las demandas y las indemnizaciones de las tabaqueras, curiosamente en el país donde tiene su sede la fábrica arriba citada. Por estos lares, las perífrasis y los eufemismos dejaron sitio al más contundente “fumar mata” y las campañas atacaron el flanco débil de la gente señalando que el tabaco perjudica su imagen, en unos anuncios de cuyo casting quedó eliminado a las primeras de cambio Humphrey Bogart. Ahora, algunas marcas más papistas que el Papa han ampliado su abanico de eslóganes y los envases (una vez adquiridos) te pegan unos sustos tremendos del estilo de “Fumar puede dañar el esperma y reducir la fertilidad” o “Fumar puede provocar una muerte lenta y dolorosa”[sic]. A la espera de que me convenzan con un “Fumando se te caerán los piños, se te desgarrarán los cataplines, las mujeres te escupirán a la cara y serás toda tu puta vida un fracasado”, creo que seguiré considerando el tabaco una de las formas más placenteras que existen de morir a tiempo. Antes de que mis pulmones se tiñan del color de la renegrida, eso sí, espero llegar a ver advertencias de que ciertas películas y programas de televisión matan la inteligencia, y también demandas multimillonarias contra la Iglesia ahora que los estudios afirman que la masturbación reduce considerablemente las posibilidades de padecer cáncer de próstata.
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Referencias y contextualización El Protocolo de Kyoto fue un acuerdo internacional por el que un gran número de países de todo el mundo se comprometió a limitar las emisiones de gases nocivos de sus fábricas. Sin embargo, al final la iniciativa se quedó en nada por la negativa a firmarla de los Estados Unidos, el país más industrializado y contaminante del planeta. Como parábola de la campaña institucional antitabaco que iba a restringir progresivamente los espacios en los que se permitiría fumar, y que en verano de 2004 se extendió a la Universidad de Valladolid, ver "La metamorfosis". |
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