15 mayo 2002
Fútbol es fútbol
 

Cada año, por estas fechas primaverales, muchos aficionados al fútbol se arrepienten de toda la sangre que se les ha alterado en vano durante nueve meses para ser vertida a espuertas en las cuentas corrientes de jugadores y entrenadores.

Es un fenómeno curioso, parecido al vago resentimiento de la mayoría de los monárquicos, que, en lugar de plantearse si es razonable conceder a unos señores parte del erario por los méritos incontestables que realizaron en la cuna, lo que hacen es exigir como contrapartida a los beneficiarios de la prebenda que hipotequen su vida sentimental “porque para eso son reyes”. De igual modo, a final de temporada se terminan las lealtades y se vislumbra la lucha de clases; los forofos de los equipos que fracasan se acuerdan de la diferencia de ingresos, comparan los millones con los cojones y se sienten estafados. Y claro, como sólo a Dios le permitimos que nos estafe, llaman a los ídolos peseteros, vitorean la vida alegre de sus madres y ocasionalmente hasta sentencian linchamiento, que para eso son ellos los que pagan. El mayor espectáculo del mundo.

A mi padre le gusta ironizar sobre los agoreros que ahora dictaminan por primera vez que “las cosas se hicieron mal desde el principio”, como si, por excepcionalmente virtuosos que fueran todos los dirigentes (no dudo de que lo sean; algunos tanto como para bautizar en vida a su propio estadio), no existiera una ley superior que estipulase que tres equipos van a bajar necesariamente a Segunda. Y como si, en realidad, no dependiera casi todo de un azar indiferente cuyos caprichos racionaliza a posteriori la amarilla prensa deportiva con surrealismos como “A demostró su pegada” o “B supo esperar su oportunidad”. Deberíamos exigir un poco más de verosimilitud a los narradores que entre semana van construyendo para nosotros la historia de la Liga, porque al final resulta que ha ganado el equipo que era incapaz de vencer fuera de casa y sólo ha quedado tercero el que hace dos meses era campeón cantado y practicaba el mejor fútbol de Europa.

Yo, como no tengo equipo de mis amores y mi rechazo a las banderas no exceptúa la del Real Valladolid, me alegro de que la grisura del club, o el frío que hace en Zorrilla, o el carácter distante de los castellanos, nos siga permitiendo contemplar el fútbol con un punto de ironía. Esta tarde veremos la final, claro. Y mañana veremos cómo nos la cuentan.

 

 

Referencias y contextualización

"Fútbol es fútbol" es una archiconocida frase un tanto enigmática del ex entrenador Vujadin Boskov.

Uno de los cánticos más repetidos por las aficiones frustradas de los equipos de fútbol que no habían cumplido sus expectativas era el de "¡Menos millones, y más cojones!". Otro era, por supuesto, llamar a los jugadores hijos de puta. Se dio algún caso en el que los futbolistas trataron de ser golpeados físicamente o incluso apedreados por sus seguidores

El presidente del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, bautizó con su nombre al nuevo estadio del equipo.

La Liga 2001-2002 la ganó el Valencia, a quien la prensa deportiva había acusado repetidamente de ser incapaz de ganar fuera de casa. El Real Madrid de Zidane, Raúl y Figo, ensalzado por su juego durante gran parte de la temporada y el favorito indiscutible al título, acabó segundo. El 16 de mayo, precisamente Madrid y Valencia iban a disputar la final de la Copa de Europa.

Otra visión crítica o escéptica de algunos elementos y criterios del mundo del fútbol y lo que le rodea se halla en "22 preguntas para la próxima temporada".

 

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