22 marzo 2006 |
Juventud organizada |
El contraste clama al cielo, así que no es de extrañar que sus ecos llegaran al diario londinense The Times. Edición del viernes 17, sección Europa. Un mismo cuerpo de noticia, la que informaba de la movilización de los estudiantes franceses contra su Gobierno. Primero un subtítulo: “En Francia, los jóvenes temen una ley de contratos que les dejará sin protección”. Luego el otro: “En España, jóvenes de hasta 12 años se apuntan a una juerga al aire libre”. El paralelismo en la sintaxis y en la tipografía de los epígrafes demuestra bien a las claras el propósito del jefe de sección, sin duda un auténtico hijo de la Pérfida Albión. No hay que perder la esperanza. En otras enemistades que parecían irreconciliables, las aguas y los calimochos han vuelto a su cauce habitual. Por ejemplo, en aquélla que antaño enfrentaba a Barcelona y Salamanca, mutuamente expoliadas y humilladas, y que sin embargo se hermanaron el viernes en el alcohol hasta convertirse en las dos única ciudades de España en las que los asistentes al macrobotellón acabaron perdiendo los papeles. Ver para creer, beber para olvidar. Pero ya no sólo las rencillas locales a cuenta del Archivo, sino también los contratos de prácticas que las empresas estiran más allá de los dos años, o los temporales que se suceden impunemente durante más de tres. Mientras los estudiantes franceses se rebelan contra un contrato que les hace fijos si logran mantenerse 24 meses, aquí, ante el reiterado incumplimiento de requisitos similares por los mismos que los solicitaron para “flexibilizar el mercado laboral”, la peña opta por irse de botellón. No es cuestión de hacer demagogia aprovechando la coincidencia temporal de ambas reuniones, ni de idealizar la mística de la movilización sindical en Francia, que también tiene sus vicios y sus inercias particulares. Pero resulta doloroso comprobar que los jóvenes españoles disponen de recursos para organizarse y poner en práctica estrategias conjuntas que podrían poner en jaque al sistema que se ríe de ellos, y sólo las emplean para organizar una competición en torno a un rito que rezuma seguidismo, mediocridad y falta de ingenio, por más que lo presenten como símbolo de libertad, rebeldía y contracultura. Ya puestos, los universitarios de Valladolid, mejor que el botellón más largo de España, podían haber presentado como hito de la subversión su connivencia con el robo más largo y cómodo jamás perpetrado en una cafetería de facultad a la vista de todos los alumnos.
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Referencias y contextualización El viernes 17, se convocaron en 20 ciudades de España otros tantos botellones masivos, con cierto aire de simultaneidad solidaria pero también con la coartada de una competición por ver qué ciudad lograba más asistentes. En Barcelona y Salamanca se produjeron incidentes que depararon 52 heridos en la capital catalana y 12 en la ciudad del Tormes; la alusión a "perder los papeles" alude irónicamente a la querella por los documentos de la Generalitat alojados en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, que acababan de ser devueltos a Cataluña tras una larga polémica. Sobre ésta, se puede leer "Archivo invertebrado", artículo publicado en Periodista Digital y compendio de otros publicados tras los sucesivos brotes de este debate en El Mundo de Castilla y León. "El Archivo Feliz" es una metáfora paródica de la situación del Archivo de Salamanca Mientras los jóvenes españoles se iban de botellón, los jóvenes se estaban manifestando contra el llamado Contrato de Primer Empleo que quería instaurar su Gobierno, y que facultaba a las empresas para despedir a los jóvenes en los 24 primeros meses sin necesidad de dar explicaciones; París argumentaba que esta medida pretendía reducir el alto nivel de paro en este colectivo, que alcanzaba el 23%, frente al 9 del conjunto de la población activa. En España, en este momento era ilegal mantener a un trabajador con contratos temporales a lo largo de más de tres años seguidos, y también enlazar contratos en prácticas a un joven durante más de dos. Valladolid, aunque sólo logró reunir a 2.000 jóvenes en su cita alcohólica junto a a Escuela de Ingenieros Industriales, la publicitó como "el macrobotellón más largo de España", ya que comenzó por la mañana y terminó entrada la noche. Se da la circunstancia de que, pocas semanas antes, un hombre había saqueado impunemente las máquinas de la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras, muy próxima a Industriales, ante la pasividad de los universitarios.
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