18 agosto 2004 |
El Archivo Feliz (Consolación
de la literatura) |
El Archivo Feliz se alzaba en pleno centro de Salamanca, y su fondo documental era el orgullo de los ciudadanos. “¡Qué fuentes tan importantes para la investigación histórica!”, decía uno. “¡Qué prestigioso complemento a nuestro patrimonio urbano!”, valoraba el otro. Un día de primavera, llegó volando a Salamanca una golondrina que acababa de dar muerte a una gaviota. Iba camino de León, la ciudad que la vio crecer, a participar en su primer consejo de pájaros, pero encontró acogedor el Archivo y se recostó para echar una siestecita. De repente la cayó encima una gota de agua; al levantar la cabeza, vio que el Archivo estaba llorando por las ventanas. La golondrina, acostumbrada a aplicar el método de la sonrisa, se quedó perpleja, y le preguntó quién era y qué le pasaba. “Pues, aunque no lo parezca, me llaman el Archivo Feliz. Pero eso era antes, cuando constituía el símbolo de la unidad de los españoles. Ahora veo que las cosas no son tan bonitas como me contaban, y que hay compatriotas que sufren mucho por mi culpa”. “¿Quién?”, preguntó la golondrina, que acababa de llegar y no se enteraba de nada. “Mira: por ejemplo en Cataluña vive un niño que es un poco aprensivo y se lo toma todo como una ofensa personal. ¿Me harías el favor de llevarle estos documentos sobre sus antepasados, a ver si así conseguimos alegrarle la vida?”. La golondrina exhibía un talante encomiable y obedeció. Sin embargo, el Archivo insistía: “Espera, no te vayas aún. Hay otro niño en Valencia a cuya familia le han cortado el agua; podrías acercarle estos otros legajos para compensarle. Cuando estaba por aquí la gaviota no se atrevía a pedírmelos, pero parece que ahora le ha entrado el capricho”. La golondrina dudó un instante, hasta que la engatusó su gran afición al diálogo. Fue un grave error, porque el Archivo la volvió a reclamar. “Oye, amiga. Que es que también hay un crío en Teruel que no para de refunfuñar porque nadie le hace caso. Como se entere de que les he dado sus papeles a los otros y a él no, se va a coger un berrinche”. La golondrina protestó, porque una cosa es que fuera un animalito comprensivo y otra que la tomaran por Bambi. No obstante, acabó cumpliendo la voluntad de su bondadoso amigo. Total, que el Archivo se quedó pobre, los salmantinos lo demolieron despechados, y a la ingenua golondrina se la merendó el Comando Chindasvinto. No importa. Sus almas reposan a la derecha de Santiago como mártires gloriosos de la reconciliación de España. |
Referencias y contextualización El Archivo de la Guerra Civil, ubicado en Salamanca, se convertía periódicamente en motivo de controversia y actualidad periodística debido a que gran parte de sus fondos provienen del botín documental requisado por las tropas del general Franco en la Guerra Civil. Especialmente, el catalanismo siempre ha considerado un objetivo irrenunciable recuperar los documentos de la Generalitat que se encuentran allí (para anteriores rebrotes de la polémica, ver "Los documentos" y "Archivo invertebrado"). El tema se reabrió con la llegada al poder del PSOE, apoyado condicionalmente por ERC. El nuevo Gobierno (cuyo primer consejo de ministros tuvo lugar en León, la ciudad donde se crió el presidente Rodríguez Zapatero) anunció, dentro de su apuesta por el diálogo, la concordia y el buen "talante" en política, que abriría conversaciones para retomar un tema que el PP consideraba zanjado tras el dictamen de una Comisión de Expertos que consideró prioritario defender la unidad y cohesión del archivo para facilitar el estudio historiográfico (ver "Del talante: del suyo y del nuestro, "Yo también me habría abstenido" y "El combate del año"). Después de unos meses, la Generalitat de Valencia declaró que ella también aprovecharía el debate para reclamar sus documentos al Archivo de Salamanca, y esta semana lo hizo a su vez la ciudad de Teruel. El Levante español se había visto perjudicado por la decisión del nuevo Gobierno de cancelar el proyecto del trasvase del Ebro, aprobado por el PP; Teruel, en 2002 y 2003, había tratado de reivindicar el olvido del que considera que es objeto por el Gobierno central con una campaña curiosamente titulada "Teruel existe". El logotipo del PP es una gaviota con las alas desplegadas. El Príncipe Feliz es un célebre cuento de Oscar Wilde en el que su protagonista, convertido en una estatua lujosa erigida por sus conciudadanos para conmemorarle después de su muerte, llora profundamente la pobreza y la infelicidad a la que están condenados algunos de sus vecinos. Cuando una golondrina llega a la ciudad y se cobija en la estatua, recibe el impacto de una de las lágrimas del príncipe. La golondrina, asombrada, le pregunta al príncipe quién es y escucha el sufrimiento por sus semejantes que padece. Entonces, la estatua la solicita que le arranque las piedras preciosas que tiene por ojos y el oro que la recubre, y se los lleve a un niño y una niña enfermos y a un joven escritor que no puede publicar sus obras. Los ciudadanos que antes estaban orgullosos de su príncipe, ahora le desprecian porque se ha vuelto pobre, y la golondrina muere acurrucada en él. Pero, cuando Dios reclama las dos almas más puras que haya en esa localidad, son las del príncipe y su mensajera las que ascienden al cielo. El Comando Chindasvinto es una creación del humorista gráfico de El Mundo de Castilla y León, José María Nieto, y está compuesto por tres ratitas (los animalillos que protagonizan la mayoría de las veces la viñeta de Nieto, titulada Fe de ratas) que fracasan repetidamente en sus voluntariosos intentos de defender los intereses de la región. Consolación de la literatura, aparte del tópico literario "Consolación de..." aplicado en estos casos, es un poema de Carlos Marzal, incluido en su libro La vida de frontera, y que dice: "Por las aguas del cuerpo y de la mente, / la ciudad fluye hacia ninguna parte. / De vivir nos consuela sólo el arte, / que es estar con la gente, sin la gente". |
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