30 julio 2008 |
La violencia machista no es machista |
Ya le puede pedir César Antón a Zapatero ideas y recursos contra la violencia doméstica, que le va a dar igual. A él y, lo que es peor, a las mujeres que perderán la vida en los años venideros. Porque el tema está mal planteado en su misma base. Obviamente, un aumento de la dotación policial para vigilar a los maltratadores y un mayor rigor en la aplicación de las órdenes de alejamiento pueden servir como parches puntuales que alivien los síntomas del fenómeno. Pero el pretencioso diagnóstico integral que se viene haciendo de él en España, la teoría holística que atribuye su causa última a la dominación secular del hombre sobre la mujer, es sencillamente erróneo. El nuevo neologismo acuñado por sus ponentes, el de violencia machista, es la reedición corregida y aumentada del de violencia de género, que descarta los factores biológicos (el sexo) y resalta los culturales. Pese al dominio aplastante que ha adquirido este paradigma en nuestro país, lo cierto es que la llamada violencia machista no tiene nada de machista. Por supuesto, el machismo sigue existiendo y es perfectamente visible en multitud de comportamientos, no como pensamiento consciente y explícito pero sí disfrazado de una condescendencia tácita y una sospecha permanente, que obliga a las mujeres a demostrar unos méritos que en los hombres, a menos que sean descaradamente estúpidos, se suelen dar por sentados. Sin embargo, la coexistencia de dos realidades como el machismo y la violencia doméstica no implica que estén relacionadas. El marido o ex marido que asesina a su mujer (no el que la golpea a menudo sin intención de matarla) es todo lo contrario a un ser que goza plácidamente de su superioridad y menosprecia la categoría de la parienta. No se siente fuerte ni por encima de su víctima, sino débil, despreciado y resentido. Le consta que su mujer se va a valer perfectamente sin él y será mucho más feliz sola o en compañía de otros hombres, y la mata porque los celos no le permiten soportar la idea. No lo hace porque considere que su esposa es propiedad suya, pues en ese caso tendría la conciencia tranquila como un terrorista y no se suicidaría tras cometer el crimen, sino precisamente porque sabe que no lo es. A los maridos potencialmente asesinos habría que educarles, pero no en la igualdad de sexos, sino en la independencia y la autoestima, para enfrentarse a la vida el día en que se resquebraje su matrimonio.
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Referencias y contextualización El martes 29, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y el consejero de Familia de la Junta de Castilla y León, César Antón, mantuvieron una reunión en la que éste último pidió al Gobierno liderazgo, ideas y recursos contra la llamada violencia de género. A dicho encuentro hace referencia esta crónica. Otros artículos contra el enfoque que se venía realizando en España de la lucha contra este fenómeno son "Mujer, biología y cultura" y "Discriminación positiva e inútil". |
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