2 agosto 2006 |
Los hombres que no son sujetos |
En la multiplicidad de funciones que integrará el Centro de Referencia del Alzheimer en Salamanca, sólo se echa en falta una vertiente antropológica-filosófica, que analice la condición humana a partir del ejemplo excepcional que constituyen los hombres que han dejado de ser sujetos. Espero que la vaga idea que tengo de esta enfermedad no me haga incurrir en un disparate si digo que las facultades a las que afecta (la memoria, el lenguaje, la percepción del tiempo y el espacio) son precisamente las que hacen que el hombre se imagine como un individuo continuo y autónomo, en lugar de como un sinfín de configuraciones químicas sucesivas sin ninguna relación entre sí. Si no fuera porque nos acordamos de un pasado y lo verbalizamos y conceptualizamos, nada permitiría concebirnos como un sujeto. Cada momento estamos sometidos a unas influencias diferentes del entorno y en nuestro cerebro se producen unas reacciones químicas y unas conexiones neuronales que nos hacen sentir de una forma distinta a la del instante anterior o siguiente. Ante semejante disparidad, poco importa que el ADN pretenda unificar los estadios, porque todo lo demás nos convierte en un individuo nuevo cada segundo. Sin embargo, tenemos recuerdos, que se imbrican en nuestra red de conexiones neuronales, saltan si se los llama y nos hacen creer que nosotros, los que somos, también éramos y los protagonizamos. Más metafísicos, los griegos metaforizaban con un sorbo de las aguas del Leteo el olvido que separaba las reencarnaciones en distintos sujetos de una misma alma. Pero la lectura es idéntica: la memoria es la condición sine qua non del individuo que pasa por la vida, que empieza, dura y termina; que no es un simple escenario más de la vida que los átomos desarrollan a su puta bola, antes de que aquél viviera, mientras vivió y después de su muerte. Sucede que, desde el momento en que los recuerdos se acumulan y cada uno de ellos moldea un poco nuestras conexiones neuronales y por tanto nuestra conciencia de las cosas y nuestra mentalidad, haciéndonos distintos a como éramos antes de incorporarlo, zozobra otra vez la idea de sujeto y emerge la de un dibujo animado en constante movimiento, sin la estabilidad que se presupone a un ser con entidad propia. La memoria aparece entonces como el artífice del espejismo, y el Alzheimer ya no resulta la demencia más extendida del planeta, sino un remanso de tipos lúcidos que escaparon a la ilusión del yo y piden a gritos que se los estudie para imaginar cómo sería el hombre sin ella.
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Referencias y contextualización El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, había hablado la semana anterior del próximo Centro de Referencia Estatal sobre la Enfermedad de Alzheimer, que se construiría en 2007 en Salamanca. El Leteo era uno de los dos ríos que surcaban el Hades (imagen aproximada al infierno en la Grecia antigua), y las almas bebían de él antes de reencarnarse en otro cuerpo para olvidar por completo su vida anterior. Otro artículo que trata de poner en cuestión la idea del hombre como sujeto y la libertad individual es "Sobre el determinismo". |
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