26 julio 2006
Maldito Colón
 

Maldito seas, Colón. Porque Dios te puso ese nombre, Cristóforo, portador de Cristo, como signo visible de la misión sin par de llevar el Evangelio al Nuevo Mundo que te había sido encomendada. A ti y a todo un país, España, cuya esencia nacional siempre se ha sabido consustancial al catolicismo, y que consumó en su devenir la más elevada empresa que vieron los siglos.Y, sin embargo, hete aquí que, cuando todos conmemorábamos henchidos de orgullo tu cuarto centenario, sales del sagrario y nos enteramos de que impedías por todos los medios que se bautizara a los indios para poder utilizarlos como esclavos. Menuda ronda te has pagado para celebrar la onomástica: no hace ni un mes que nos eliminaron a la selección en octavos y ahora nos rebanan el mismísimo tuétano de la Hispanidad.

Todavía Pizarro, que llevaba toda la vida cuidando cerdos, tenía cierta justificación para pasarse las Leyes de Indias por el forro y meterle a Atahualpa un palo hasta la garganta, por el itinerario más impensable en aquella época, en cuanto el rey peruano le llenó una habitación de oro. Y, aun así, no descuidó el sentido último que guiaba todos sus actos y, antes de hincar al Inca, se preocupó de salvar su alma y enviarle dolorido pero dichoso al Reino de los Cielos.

En cambio, ¿qué necesidad tenías tú, todo un Almirante de la Mar Océana, de arruinar en estos tiempos difíciles para España la continuidad trascendental que da sustancia a nuestra nación? Evidentemente, hacernos dudar de nuestra gloriosa Historia. La que comenzó cuando Dios se valió de los árabes, como ahora dicen que de Judas, para que los españoles fundieran patria y religión; la que tuvo su cima en la cristianización de América y se prolongó en los tiempos modernos haciendo de nuestro país la reserva espiritual de Occidente y el baluarte inexpugnable de la fe católica que hace 70 años les dio su merecido a los ateos. Pero no nos tentarás, siervo de Satanás. De la certeza de nuestro destino dio cumplido testimonio nada menos que un pontífice infalible como Pío XII, a los pocos días de que lleváramos a buen término nuestra última cruzada.

Maldito Colón, ya no habrá más hipótesis infundadas sobre tus orígenes. Fuiste, no cabe duda, un materialista genovés inspirado por leyendas paganas. Si hubieras sido español, no andarías ahora filtrando documentos para chafarle a un santo varón como monseñor Cañizares su valiente y oportuna defensa de que nuestra unidad nacionalcatólica es un bien moral que complace a Dios mismo.

 

 

Referencias y contextualización

La historiadora sevillana Concepción Varela acababa de publicar un libro titulado La caída de Cristóbal Colón (Marcial Pons) a partir de un documento inédito descubierto un año antes en el Archivo General de Simancas (Valladolid), que constituía una copia literal del proceso al que fue sometido el descubridor en 1500 por los rumores sobre su mal gobierno en la isla de La Española. Entre otros muchos desmanes, que llevaron a que el enviado de los Reyes Católicos, Francisco de Bobadilla, destituyera a Colón, parece que éste impedía que se bautizara a los indígenas para poder tratarlos como esclavos. Sobre la polémica que sostuvo fray Bartolomé de las Casas con fray Ginés de Sepúlveda por este motivo, se puede leer "La controversia de Valladolid".

En las primeras Leyes de Indias (Burgos, 1512), la Corona prohibió formalmente el maltrato a los aborígenes, pero ello no impidió que, en 1533, durante la conquista de Perú, el antiguo porquerizo Franciso Pizarro empalara al rey inca Atahualpa, aun después de que éste tratara de comprar su liberación llenando una habitación de oro.

La idea de que la esencia nacional de España es la fe cristiana tuvo mucho predicamento en la primera mitad de la época de Franco, en una doctrina oficial que se ha dado en llamar nacionalcatolicismo. Uno de sus teóricos, el Padre Manuel Gómez Morente, llegó a aventurar que la invasión musulmana habría sido predispuesta por Dios para que así los españoles impregnaran su guerra de liberación de un espíritu religioso.

A lo largo de este año, había surgido una corriente teológica en el Vaticano que apostaba por reinterpretar la figura de Judas Iscariote, que sería un instrumento necesario del que Dios se habría servido para llevar a cabo su plan.

Monseñor Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, había declarado en un par de ocasiones, dentro del presunto contexto separatista que se estaba produciendo, que la unidad era "un bien moral", y había llegado a dirigir oraciones por mantenerla.

Otro artículo irónico sobre la glorificación del pasado imperial de España, en este caso en relación con el centenario de Isabel la Católica, es "La señora de los castillos".

 

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