14 agosto 2011 |
Más papistas que el Papa |
Las voces que han alimentado, desde un bando o el otro, la polémica creada en torno a la Jornada Mundial de la Juventud y la marcha laica convocada para contraprogramarla han hecho literalmente honor a esa expresión que ridiculiza a quienes se encelan u ofenden por la defensa de una determinada posición más que los propios interesados. En este caso, el representante de los interesados, el portavoz vaticano Federico Lombardi, ha dicho no estar “especialmente preocupado” por la “marcha antipapa” y que “cada uno puede expresar sus opiniones libremente” si lo hace “con las formas adecuadas”. En efecto, ahí radica y concluye toda la cuestión. Es perfectamente lógico y respetable que los católicos españoles se vuelquen con la JMJ y la visita del Papa, y que el Estado ponga los medios para acogerla y organizarla. Al arremeter contra esta implicación del sector público que contempla beneficios fiscales a las entidades privadas colaboradoras (Iglesia incluida), los laicos dan paradójicamente a la visita papal una importancia y una gravedad que no confieren a otros muchos eventos sociales, culturales o deportivos en los que las administraciones también intervienen por su repercusión y la expectativa de rentabilidad para algunos sectores de la economía. Ahora bien, igualmente aceptable es que, coincidiendo con este acontecimiento (¿cuándo si no?), haya quien quiera hacer visible que ésa no es la única normalidad posible y que cabe otra manera de definir a qué se ha de destinar el dinero público. Es un debate idéntico, por ejemplo, al de si debe seguir financiando a los sindicatos, aunque, en un alarde de incoherencia, tanto la izquierda como la derecha consideren legítimo suscitar uno de ellos y una provocación promover el otro. Podía no ser así, pero nuestra cultura asume la ocupación de espacios públicos para manifestaciones privadas que sólo pretenden exhibir su apoyo social o reivindicar su existencia. No tienen mayor importancia y, como está claro que el Dios católico o bien existe o bien no existe, es obvio que sólo una de las dos que compiten esta semana estará asistida por la razón. A estas alturas, no voy a descubrir cuál diría yo que la tiene, pero, tratándose ambas de simples operaciones legítimas de marketing, sólo cabe autorizarlas y exigir a los asistentes que mantengan las formas a las que aludía Lombardi, sin insultar ni boicotear la performance de sus adversarios.
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Referencias y contextualización Entre el 16 y el 19 de agosto se iba a celebrar en España la Jornada Mundial de la Juventud, reunión bianual de jóvenes católicos de todo el mundo con el Papa, en este caso Benedicto XVI. Asociaciones laicas convocaron para el miércoles 17, día de llegada del pontífice, una manifestación para criticar que el Estado aconfesional organizara y financiara indirectamente el evento; algunos opinadores cristianos criticaron a su vez la marcha de los laicos. El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, zanjó la polémica con las palabras citadas en el primer párrafo. |
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