28 agosto 2011 |
El fin de la Economía |
Tras la crisis del comunismo, Francis Fukuyama decretó “el fin de la Historia” augurando que en lo sucesivo nada amenazaría la feliz hegemonía de la democracia liberal-capitalista. Los intelectuales de izquierda y luego Osama Bin Laden, cada cual a su manera, se encargaron de recordarle que la vida no se detiene nunca en la fotografía de un momento determinado. Ahora, curiosamente al albur de una crisis del neoliberalismo, la UE deduce a partir de una coyuntura que ya no hay ni habrá más política económica posible que la ortodoxia del ahorro público, y un presidente socialista se apresura a inmortalizarla en la Constitución. Inaudito. El texto sagrado del que no se podía tocar una coma, porque en el arcano de sus apenas 70 páginas estaba misteriosamente prefigurada toda la prosperidad del país, va a ser modificado contra reloj para garantizar que el déficit, según dicen, jamás subirá del 0,4%, menos del que contrae cualquier pareja para financiarse un coche. Zapatero ni siquiera ha agotado el plazo de año y medio fijado por Alemania, aun a costa de poner en un brete a Rubalcaba con una iniciativa que da objetivamente la razón a Rajoy y neutraliza cualquier intento de recuperar al electorado tradicional del PSOE. Por lo visto, ahora lo que se valora no es la reflexión sosegada y el análisis de las alternativas, sino apaciguar a los inversores con gestos vistosos, inmediatos y expeditivos. Berlusconi suprime municipios, Zapatero reforma la Constitución; para mantener el listón, el próximo jefe de Gobierno va a tener que jurar su cargo sobre el Camino de servidumbre de Hayek. Las fluctuaciones son la razón de ser de los mercados financieros, pero últimamente andamos más pendientes de su evolución diaria que los enfermos de La montaña mágica de las décimas que les subía o bajaba la fiebre. Con tal obsesión, no es de extrañar que perdamos la noción del tiempo y nos creamos instalados en una patológica ilusión de inmutabilidad digna de fosilizar en la Carta Magna. ¿Pero qué ocurrirá cuando el dogma se vea interpelado por una guerra, por una catástrofe sanitaria, por un problema social de dimensiones inesperadas o, simplemente, por la necesidad de estimular la economía con cargo a la demanda agregada de un sector público más saneado que el actual, tal y como defendía Keynes, antaño tótem de la socialdemocracia, y como de hecho Roosevelt sacó a los EEUU de la Gran Depresión? ¿Volveremos entonces a reformar la Constitución para sancionar que sí, que en muchas coyunturas el Estado puede y debe incurrir en un déficit mayor de lo que estipule la ley de leyes? Espero que ésa sea la última vez que tengamos que aprender que, mientras el hombre cabalgue sobre la tierra, ni la Historia ni la Economía pueden llegar a su fin.
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Referencias y contextualización El viernes 26, tras un anuncio por sorpresa tres días antes del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el PSOE y el PP registraron conjuntamente en el Congreso de los Diputados una propuesta de reforma de la Constitución para, de acuerdo con lo estipulado por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y muy especialmente Francia y Alemania, los estados miembros otorgaran carácter permanente al objetivo de estabilidad presupuestaria de las cuentas públicas; se barajaba el límite de un 0,4%, que se establecería en una ley orgánica. Era el enésimo intento de desmentir la desconfianza de los mercados financieros hacia la capacidad de algunos países, como España e Italia (cuyo primer ministro, Silvio Berlusconi, había anunciado dos semanas antes una reducción drástica de municipios para disminuir el gasto público), de hacer frente a su deuda pública, lo que se traducía en la exigencia de elevados intereses a las emisiones de ésta y una potencial amenaza a la estabilidad del euro. No obstante, la canciller alemana Angela Merkel, una de las defensoras de poner esta condición a que el BCE comprara deuda de los países con problemas para obligar a los mercados a rebajar sus exigencias, había hablado de un plazo de un año y medio para que todos los estados miembros adoptaran el equilibrio de las cuentas públicas por sistema. Esto habría permitido posponer la reforma constitucional a después de las elecciones convocadas para el 20 de noviembre, para las que el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, necesitaba imperiosamente recuperar a los votantes socialistas desencantados con la sumisión del Gobierno a los mercados. Su rival, el presidente del PP, Mariano Rajoy, había pedido hacía un año la reforma de la Constitución para incluir el imperativo del equilibrio presupuestario, una sugerencia que Rubalcaba había desdeñado en una intervención que los medios de comunicación contrarios al PSOE se habían encargado de recordar estos días. El ensayo en el que Fukuyama expone su célebre y denostada hipótesis es El fin de la historia y el último hombre, publicado en 1992. Camino de servidumbre, del economista austro-norteamericano Friedrich Hayek, es uno de los libros totémicos del liberalismo económico, y arremete contra cualquier intervención de los gobiernos en el funcionamiento de los mercados, incluidas las prestaciones del Estado del bienestar. La montaña mágica, novela de Thomas Mann, es considerada una obra maestra de la literatura, entre otras cosas, por su tratamiento de la aprehensión del tiempo que tienen los internos de un sanatorio, cuya actividad vital termina en buena parte reducida a la contemplación de la propia enfermedad. John Maynard Keynes, al contrario de Hayek, defendía la posibilidad de que el Estado incurriera en déficit para reactivar la economía cuando el equilibrio del mercado se produce en una situación de subproducción y subempleo; tal política es la que aplicó el presidente de EEUU Franklin Delano Roosevelt en la segunda mitad de la década de 1930. Otro artículo crítico con la sumisión de la UE a los mercados financieros, publicado a comienzos de julio, es "El rescate de Europa". Textos anteriores que señalan la paradójica evolución de la crisis financiera que se inició a finales de 2008 son "El capitalismo se refunda" y "El storyboard de este drama".
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