15 abril 2009
Medalla póstuma a Sánchez Albornoz
 

 

Siguiendo la tradición de este país nuestro en el que el reconocimiento llama al reconocimiento y los premios llueven siempre sobre quienes ya están mojados hasta el tuétano, permítasenos aprovechar el homenaje que el Museo de Ávila rinde a Claudio Sánchez Albornoz exponiendo todas las distinciones que se le concedieron en vida para imponerle a título póstumo una medalla más: la Gran Clave de Solfa a los mejores destructores de entelequias que han quedado asumidas como verdades porque nadie antes se tomó la molestia de cuestionarlas. En concreto, el jurado considera al historiador madrileño digno merecedor de este premio por haber denunciado que Castilla no fue la artífice del imperio español sino su víctima.

Curiosamente, intelectuales catalanes como Balaguer, Pi i Margall y Bosch Gimpera sí que habían señalado la derrota de los comuneros como la fecha crucial en que Castilla perdió su capacidad de resistencia y quedó fatalmente supeditada a los caprichos de los Austrias. Pero, antes de Sánchez Albornoz, ninguno de los grandes exégetas de la historia de España desde una óptica castellana supo escapar del oropel imperial, que los deslumbró hasta hacerles incapaces de distinguir lo que era la región en sí de lo que fueron los reyes que la gobernaron.

Unamuno, Menéndez Pidal y Ortega criticaron duramente el desaprovechamiento de la periferia, el desprecio al progreso material y los objetivos desmedidos que caracterizaron a los siglos XVI y XVII. Pero se sentían absolutamente orgullosos de la hegemonía mundial que ostentó y la misión colonial que llevó a cabo la España de entonces, y no se resistían a presentar una y otra como obras del genio y el espíritu castellanos. Ortega añadió al “Castilla hizo a España” la precisión de que luego “la deshizo”, pero esto último no lo atribuía a un error de principio sino a un desfallecimiento respecto al impulso inicial. Incluso las tendencias centrífugas que vislumbraba en la periferia las consideraba consecuencia de la dejación por parte de Castilla del liderazgo que las otras regiones supuestamente le reclamaban.

Claudio Sánchez Albornoz es el primer autor mesetario con resonancia nacional (siguiendo probablemente al segoviano Luis Carretero, padre del Anselmo al que Zapatero suele citar como inspirador suyo) que explica que los castellanos, como tales, no trataron de secundar a sus monarcas ni tuvieron vocación imperialista, sino que, a través de las cruzadas que emprendieron sus reyes, fue España la que deshizo a Castilla. Escuchémosle ahora que el Museo de Ávila le pone un micrófono. No es una voz superflua cuando estamos a punto de celebrar otro Villalar mientras el nuevo Estatuto se jacta del protagonismo que tuvo la región en los siglos que pusieron la semilla de su ruina.

 

 

 

Referencias y contextualización

El Museo de Ávila estaba exponiendo los diversos premios que se concedieron al historiador madrileño Claudio Sánchez Albornoz, fallecido en la capital abulense. "Clave de solfa" era, desde comienzos de 2009, el título genérico de la columna de Kiko Rosique, los miércoles en El Mundo-Diario de Valladolid y El Mundo de Castilla y León.

Sobre la paradoja de que Castilla y León celebre su fiesta regional conmemorando la derrota de los comuneros en Villalar y a la vez se jacte, hasta en su Estatuto de Autonomía, de su papel en la construcción de España y la colonización de América, se puede leer, en clave irónica, el artículo "Dimisión irrevocable de los comuneros".

 

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