12 mayo 2004 |
Palabras (no amorosas) que lleva
el viento |
Ya que tenemos un himno local oficioso un rato cursi, al menos podíamos aprender de sus versos sapientísimos. Las palabras no son más que palabras; no son capaces de provocar un sufrimiento real, objetivable, si uno no pone algo de su parte para que le duelan, y siempre pueden ser combatidas con otras palabras. Si ya resultaba pintoresco el escándalo que ha provocado en Madrid la obra Me cago en Dios, lo de que ocho cruzados con sus respectivos séquitos de escuderos, palafreneros y bufones hayan partido de Valladolid dispuestos a vengar el honor de su señor alcanza tintes surrealistas. Más allá de la existencia real del agraviado, que no viene al caso discutir, es asombrosa la delicada sensibilidad que tienen que poseer algunos para que les ofenda una frasecita tan tosca, genérica y carente de contenido. Supongo que se tratará de las típicas personas que consideran una muestra de dignidad poner un mohín de repugnancia o apartar la vista cuando la tele muestra una teta o un cadáver ensangrentado, pero al menos esa mojigatería se quedaba en su casa, se limitaba a educar a sus hijos en su misma puerilidad, y no derivaba en una denuncia judicial. Ni en una comprometedora réplica del estilo de: “¿Qué te parecería si yo me cagara en Mahoma/en tus ideas/en tu padre?”. Uf, no sé si podría soportarlo. Otra denuncia, ya archivada, es la que se presentó contra la concentración frente a la sede vallisoletana del PP el 13-M. Lo de la jornada de reflexión es un escrúpulo curioso: a mí me recuerda a la costumbre de no atacar al líder en la última etapa de las vueltas ciclistas. Qué desperdicio de tiempo. Y qué extraña escala de valores: es más importante guardar el protocolo que enterarse de las cosas que se saben al final. Pues habrá que obligar a los ciudadanos a cumplir con tan señalado rito medita que te medita en una burbuja, lejos de la persuasividad irresistible de las últimas palabras. O bien parar el mundo. La emisión de TVE incluida. El plante en la Feria del Libro por la caseta nazi también revela un exceso de susceptibilidad hacia la mera transmisión de un mensaje, por aberrante que éste sea. Ignoro si realmente a los libreros les saldrían sarpullidos por compartir plaza con ella, algo que justificaría su plante. Pero, una vez que el establecimiento se nos coló de rondón, expulsarlo habría sido una medida bastante cutre, que además habría privado a los vallisoletanos de la oportunidad de estudiar a los propietarios en su propia jaula. Y hasta refutarles. Porque las cosas hay que verlas todas, y las ideas derribarlas con ideas. Los ojos y la boca cerrados sólo sirven para mecerse en palabras amorosas.
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Referencias y contextualización El estribillo del himno más popular de Valladolid dice: "Con un-, con un-, con un ramo de flores/ de pensamien-, de pensamien-, de pensamientos/ pala-, pala-, palabras amorosas/ que lleva el vien-, que lleva el vien-, que lleva el viento". La obra teatral Me cago en Dios, escrita por Iñigo Ramírez de Haro y representada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, generó una amplia ola de protestas de colectivos y particulares cristianos en la capital de España, e incluso el dramaturgo y el actor protagonista fueron agredidos durante una de las funciones por dos nietos de Blas Piñar, antiguo líder del partido ultraderechista Fuerza Nueva. Pocos días después, en Valladolid se presentaron también ocho denuncias contra la obra, cada una de ellas firmada por varias personas. El 13 de marzo, jornada de reflexión de las elecciones generales, grupos de izquierda se manifestaron delante de las sedes del Partido Popular en diversas ciudades españolas, incluida Valladolid, protestando contra lo que consideraban había sido una manipulación interesada por parte del Gobierno y TVE de la información que tenía acerca de las investigaciones en torno a los atentados del 11-M (ver "Cuatro días de marzo"). El PP se quejó de que estas concentraciones no habían sido tan espontáneas como decían ser, y además constituían una violación del día de reflexión. En algunas ciudades, como Valladolid, el Fiscal de la Audiencia provincial presentó una denuncia contra ellas. Esta semana, el Tribunal de primera instancia de la capital castellana no admitió a trámite la querella. El 4 de mayo, los libreros participantes en la Feria del Libro de Valladolid cerraron sus casetas en protesta por el permiso de exposición concedido al establecimiento barcelonés Europa, que ofrecía libros de propaganda nazi y cuyo dueño, Pedro Varela, había sido condenado en 1998 a cinco años por apología del genocidio. La organización de la Feria admitió que la citada caseta se les había colado sin que se dieran cuenta a la hora de otorgar las licencias. |
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