9 abril 2008
Por una universidad rentable
 

A seis días de las elecciones a representantes de alumnos al Claustro de la Universidad de Valladolid, conviene que las asociaciones que concurren a ellas sean conscientes del signo de los tiempos y adecúen sus programas al objetivo de eficiencia económica que se ha marcado la institución.

Antaño, cuando se consideraba que la educación era un servicio público del que, con indudable pesimismo, se presuponía que arrojaría pérdidas, podían tener algún sentido ideas como la de construir un segundo aulario 24 horas y abrir las bibliotecas los fines de semana, que sugiere ADDE, o la de matricularse por cuatrimestres, como propone Alternativa Universitaria. Pero, ahora que se ha logrado poner coto a los antojos insolidarios de los profesores y alumnos que se empeñaban en acudir a los centros en Navidad y Semana Santa, obligando a un absurdo derroche en luz y personal, los estudiantes deberían emprender iniciativas más realistas en defensa de sus intereses.

Dos propuestas en la dirección correcta son, por ejemplo, las del banco de apuntes en internet, que apadrina ADDE, y la derogación de la obligatoriedad de la asistencia a clase, promovida por Alternativa y no ya sólo compatible, sino perfectamente complementaria, con la de sus rivales electorales. Con un fácil acceso a los apuntes de todas las asignaturas, la mayor parte de los profesores, que se limitan a dictarlos de manual, verían disminuir drásticamente la demanda de sus clases. Las aulas correspondientes podrían por tanto cerrarse, con el consiguiente ahorro de luz, o bien reconvertirse en boutiques o tiendas de deporte que harían las delicias de los alumnos.

Por si fuera poco, la inmediata deslocalización estudiantil que provocaría el libre acceso a los apuntes redundaría en un notable impulso del sector económico más dinámico y productivo de las facultades, que es sin duda la cafetería. Tradicionalmente externalizada, esta actividad tan lucrativa debería pasar a control público para alimentar con sus ingresos las arcas de la institución. Monopolizando la gran liquidez de tiempo de que dispondrían los alumnos sin clase, las cafeterías podrían subir los precios sin temor o incluso introducirse en nuevos mercados tan prometedores como los masajes, las máquinas recreativas o el comercio carnal. La universidad, por fin, sería una empresa rentable, y, desde luego, la asociación estudiantil que llevara a cabo estas iniciativas coparía todos los puestos del Claustro.

 

 

Referencias y contextualización

El 15 de abril se iban a celebrar las elecciones a representantes de alumnos al Claustro de la Universidad de Valladolid. Las dos agrupaciones mayoritarias en el Claustro saliente eran la Asociación en Defensa de los Derechos de los Estudiantes (ADDE) y Alternativa Universitaria, que concurrían con propuestas como las que se mencionan en este artículo. El nuevo rector, Evaristo Abril, había decidido recortar gastos presuntamente superfluos cerrando todos los centros de la Universidad durante las vacaciones de Navidad y Semana Santa, lo que había generado protestas de buena parte de la comunidad universitaria. Otra crítica a la metodología tradicional de los profesores universitarios es "Saquen papel y bolígrafo".

 

Artículo siguiente

Artículo anterior

Página principal