17 enero 2007
Puertas al río y al sol
 

Además de las correspondientes candidaturas al reparto de centros referenciales, que el Gobierno distribuye con el mimo salomónico que en su día aplicaban los reyes en su distribución de títulos y prebendas entre las familias nobles, la del agua fue la más sedienta de las alforjas que Juan Vicente Herrera se llevó a llenar a la Conferencia de Presidentes. A su vuelta, el PSCyL juzgó que se las había traído medio vacías y el PP suscribió el descontento, no tanto por pesimismo mesetario como porque al segundo le convenía espetar a Zapatero que para ese viaje no hacía falta ir equipado con tantas, y al primero culpar a Herrera de no haber hecho lo posible por colmarlas.

Sin embargo, el reparto de los palacetes monográficos del siglo XXI, como el de los fondos europeos una vez se abandona la oprobiosa condición de Objetivo I, no obedece a un criterio objetivo que permita afirmar si nos hemos quedado por encima o por debajo de lo que nos correspondía. Y supongo que, cuando Ángel Villalba censura la falta de protagonismo de su rival en la Conferencia, tampoco le echa en cara no haber sido él quien se chivó del famoso lapsus de Zapatero. Por cierto, que al presidente le habría sido más fácil explicar que, desde el punto de vista del proceso, cabía perfectamente hablar de “accidentes”, reveses o contratiempos, sin que ello desmintiera una autoría voluntaria de ETA que, en cualquier caso, me da que no pretendía dinamitar el diálogo sino amonestar al Gobierno con un acto más de kale borroka, pero a lo bestia.

Será entonces que Villalba habría querido que Herrera pusiera puertas al Duero, legitimando así a sus correligionarios andaluces, aragoneses o manchegos. Yo nunca tomé posición en el trasvase del Ebro, porque me faltan conocimientos técnicos para saber si era o no la mejor opción, pero es obvio que los socialistas, en dos años tan secos que parecen enviados adrede como plagas divinas de castigo por su laicismo, han acabado haciendo lo mismo de poco en poco a costa del Tajo. Incluso, Narbona sugirió un insólito comercio interautonómico de agua que, más que al socialismo, recuerda al liberal David Ricardo y  sus “ventajas comparativas”.

Tampoco el PP es coherente con su postura en Valencia y Murcia. Porque sí, el agua es de todos, pero, ¿no lo es también el sol? Puestos a compartir bienes naturales, podían redistribuirse también los pingües beneficios que deja allí el turismo de playa. Y, dentro de un par de siglos, cuando el cambio climático acabe su trabajo, sumerja el litoral y Castilla y León se convierta en la isla afortunada del Mediterráneo, ya arreglaremos cuentas embolsando al fondo del mar nuestra deuda histórica. 

 

 

Referencias y contextualización

Eljueves 11, José Luis Rodríguez Zapatero convocó la Conferencia de Presidentes Autonómicos. El de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, llevaba como principales reivindicaciones la instalación en Castilla y León de varios centros de referencia estatales y una mayor capacidad de gestión sobre la cuenca del Duero, aunque no un blindaje como el que pretendían los gobiernos socialistas de Aragón, Castilla-la Mancha y Andalucía sobre las del Ebro, el Tajo y el Guadalquivir, y que a su vez vetaron los populares de Valencia y Murcia. Herrera logró el centro del Láser para Salamanca y el compromiso de los de Biotecnología y Conservación del Patrimonio, en León y Valladolid respectivamente. Por lo que respecta al tema de los ríos, quedó en suspenso por la mencionada colisión de intereses.

Con todo, el suceso más notorio de la Conferencia fue que el de La Rioja grabó a Zapatero llamar "accidentes" a los atentados de ETA, días después de que el de Barajas pusiera punto final al proceso de negociación apadrinado por el presidente del Gobierno (sobre este tema, se puede leer "A otra cosa (simplemente)" o, con un replanteamiento en la interpretación, "Nosotros no queríamos", publicado en Periodista Digital.

David Ricardo es uno de los teóricos más destacados del liberalismo clásico, cuya principal aportación fue el concepto de "ventajas comparativas"; a su juicio, cada agente económico, región o país estaría especialmente capacitado para producir unos bienes determinados, y su comercio beneficiaría a todas las partes.

En los últimos tiempos, eran frecuentes los informes de las asociaciones ecologistas anunciando que el cambio climático iba a producir un deshielo de los polos que elevaría el nivel del mar y a largo plazo anegaría los litorales de todos los continentes.

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