24 junio 2009
Tres que me habría gustado ser
 

 

Si hubiera sido historiador, me habría gustado ser Julio Valdeón. Sentar cátedra sin apoltronarme en la cátedra, ser un clásico y engordar en materia pero no en forma; tener a mis alumnos pendientes, no de mis excentricidades de fatuo embotado, sino de la próxima agudeza que les voy a soltar con ironía despreocupada.

Me habría gustado que mis investigaciones, en vez de redundar en lo mil veces redundado, refutaran viejos tópicos como que Castilla fue un islote de hombres libres indemne al feudalismo; ser comunista en tiempos franquistas, regionalista en tierras centralistas y luego abstenerme en las querellas provincianas por los originales de unos legajos fácilmente reproducibles. Me habría gustado, en fin, que si un jovenzuelo como éste de la foto se me hubiera acercado torpemente a darme la enhorabuena por mi ingreso en la Real Academia de la Historia, lo más que me hubiera salido de dentro es una sonrisa, un rubor y la respuesta: “Bah, eso son cánticos celestiales”.

Si hubiera sido policía, me habría gustado ser Eduardo Puelles. Que a mi muerte hablaran de mí como un héroe y no como una víctima; que mi tumba espetara a la cara a mis asesinos: “Bueno, después de todo, os he ganado 70 a 1”. Me habría gustado. en fin, que mi viuda supiera envolver su dolor en tono desafiante para explicar a los terroristas la cruda e irremediable inutilidad de su empeño: que, por muy prolíficas que sean la cantera y la provisión de armamento de ETA, las de la policía son infinitas.

Si hubiera sido sacerdote, me habría gustado ser Vicente Ferrer. Colgar el hábito, los dogmas y todos los votos menos uno y descolgarme por un país remoto, casarme con una chica prendada de mi ejemplo, sembrar la tierra de pozos, hospitales y escuelas; que cien mil personas salieran a la calle para pedir a las autoridades que no me fuera y, cuarenta años después, visitaran mi capilla ardiente para reprochar a la biología insensible no haberles escuchado. Me habría gustado, en fin, creer que la mera sed de Dios es señal inequívoca de su existencia y, mientras llega la hora de comprobarlo, que el mundo, aunque no lo parezca, tiene arreglo.

 

 
 

 

Referencias y contextualización

El domingo 21, falleció el historiador Julio Valdeón, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, miembro de la Real Academia de la Historia y figura clave de la historiografía española por su refutación de la tesis anteriormente aceptada de que en Castilla no hubo feudalismo, sino sólo hombres libres. Su obituario puede leerse aquí. De su abstención en la comisión de expertos convocada para opinar sobre el traslado a Cataluña de los documentos de la Generalitat de Cataluña almacenados en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca habla el artículo "Yo también me habría abstenido".

El viernes 19, un atentado de ETA había segado la vida del policía nacional Eduardo Puelles, dedicado a la lucha contra la banda terrorista y que había participado en la detención de más de 70 etarras. Una reseña del discurso de su viuda en la manifestación de repulsa por su asesinato puede leerse aquí.

El jueves 18, había muerto el cooperante español Vicente Ferrer. Su obituario puede leerse aquí.

 

 

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