24 abril 2002
Un chiste
 

Esto son dos viejos amigos que se encuentran un día por la calle, tras largo tiempo sin verse. Después de saludarse con efusividad y ponerse someramente al día en cuanto a la evolución de sus respectivas vidas, uno de ellos se queda de pronto pensativo e interpela al otro: “Oye, Carlos, después de la caída del Muro, ¿todavía sigues siendo comunista?”. Carlos asiente inmediatamente con orgullo y vehemencia, y le habla de libertad, de igualdad de oportunidades, de justicia social, y de la necesidad de compromiso, mayor que nunca en estos tiempos de globalización y multinacionales voraces.

El amigo le escucha con atención y al final le pregunta: “Entonces, si tú tuvieras mil millones, ¿qué harías con ellos?”. A Carlos le resplandecen los ojos; exhala un suspiro conmovido y contesta: “Sería maravilloso. Podría repartirlos entre los pobres, garantizarles un sustento, fundar escuelas para ellos, crear empresas que cedieran su plusvalía a los trabajadores, hospitales de superlujo completamente gratuitos...”.

“¿Y si fueras, pongamos por caso, un cantante famoso?” Carlos se deja estremecer por el susurro tentador de su fantasía: “Pues, naturalmente, utilizar mi influencia sobre la gente para convencerles de que la sociedad necesita un cambio. Escribiría letras comprometidas, movilizaría a la juventud, daría conferencias, concedería entrevistas en la tele, participaría en conciertos benéficos por todo el mundo, vendería mis discos a un precio proporcional a la renta de cada uno...”.

El amigo escruta su rostro con el ceño fruncido y, después de unos instantes de silencio en los que Carlos parece deleitarse del eco de su discurso, insiste: “¿Y si tuvieras dos bicicletas?”. Al oír estas palabras, el semblante de Carlos se ensombrece de golpe. Contempla a su amigo de arriba a abajo, dos o tres veces, como con extrañeza, descolocado. Y, finalmente, se encoge de hombros, y musita, con voz turbada: “Oye, que dos bicicletas sí que tengo, ¿eh?”.

(Para la distracción, el solaz y acaso la reflexión de los esforzados miembros de la Coordinadora Contra el Centro de Emergencia de la Cruz Roja, tradicionalmente votantes de los partidos de izquierda o afiliados a Comisiones Obreras, y que ahora amenazan con retirar su apoyo a los firmantes del manifiesto en favor de la Ciudad Humanitaria).

 

 

Referencias y contextualización

Los vecinos de los barrios vallisoletanos de Girón, La Victoria y Huerta del Rey, tradicionalmente votantes de los partidos de izquierdas, llevaban ya varios meses (ver artículo "Vivir en un colectivo", del mes de enero) de virulenta campaña contra el Centro de Emergencia que la Cruz Roja pensaba instalar en Girón para asistir a los indigentes sin techo, llegando a sabotear la maquinaria de la constructora Zarzuela encargada de levantarlo. Los vecinos, reunidos en una Coordinadora que llegó a presentarse a las elecciones municipales de 2003, alegaron que no era justo el reparto de las cargas sociales entre los diversos barrios de la capital, y que siempre les caía el muerto a las zonas más pobres, y que no era efectivo ni procedente meter en el mismo "macrocentro" a indigentes, drogadictos y mujeres maltratadas, como se especuló en un principio. Pero la Cruz Roja aclaró que sólo pensaba dedicarlo a los indigentes y, en las negociaciones, redujo el número de camas de 120 a 60. Sin embargo, los vecinos respondieron que no les iban a comprar, y el proyecto murió de inanición cuando se acercaron las citadas elecciones municipales y ninguno de los grandes partidos quisieron posicionarse nítidamente para no perder votos. Cruz Roja no lo retomó después de los comicios.

El chiste es de creación popular.

 

Artículo siguiente

Artículo anterior

Página principal