6 marzo 2002 |
Vivir en un colectivo |
Creo que mi madre dio en el clavo cuando, ante el apoyo masivo del pueblo de Ituero de Azaba a su párroco enamorado, comentó la solidaridad visceral, desprejuiciada y desinhibida que sólo se da en los ambientes rurales. Frente al lugar común del tradicionalismo y la envidia interna que a menudo suponemos en esas comunidades, nos hemos dado de bruces con un revelador ejemplo de sociedad volcada sobre el individuo, que ha pasado de convenciones morales y de reproches resentidos a la malversación de los privilegios sacerdotales. Posiblemente el P. Vega sea un tipo estupendo y, por eso, porque le conocen, los 300 vecinos de Ituero se han puesto de su parte; sean cuales sean sus motivos, saben que los hay, y que por el mero hecho de ser motivos son ya en sí justificados. Es el lujo que permite la cercanía. No por cotidianeidad, sino por conocimiento. Y es que el amor supremo que solemos profesar a nuestros seres cercanos se perpetúa ante todo porque tenemos necesidad de entenderlos; sólo aquéllos cuyos motivos no nos preocupa aclarar, aquéllos que no tienen rostro, pueden ser radicalmente desacreditados y rechazados. Si cada uno de los indigentes que iba a acoger el Centro de Cruz Roja en Huerta del Rey hubiera sido íntimamente conocido por los vecinos del Barrio Girón, con todos sus motivos y todo su pasado, la oposición hubiera sido cosa de cuatro tipos con mala voluntad. Pero el anonimato urbano impide que el colectivo sienta a sus individuos como propios, y hace precisa la intervención de la autoridad. La moda de la movilización vecinal empezó en Las Flores, siguió en Las Delicias y ahora llega a Girón. Escribo contra ella como escribí contra la inicial intransigencia que hace año y medio mostró mi Zona Centro hacia el proyecto de ACLAD. Para apaciguar los legítimos temores de los residentes está la vigilancia policial. Ni zoon politikon ni contrato social. Al nacer, nadie nos pregunta si queremos vivir dentro de una comunidad, formar parte de un mercado, obedecer una jurisdicción o jurar una bandera. Es un imperativo al que corresponden unas prerrogativas. La sociedad sólo tiene sentido si va a guardar las espaldas al individuo que trabajaba en Enertec o que simplemente no trabaja en ningún sitio. Pese a lo que nos han enseñado a dar por supuesto, vivir en un colectivo no es concursar en la segunda edición de El Bus.
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Referencias y contextualización El párroco del municipio salmantino de Ituero de Azaba abandonó su cargo y los hábitos para casarse con una joven sudamericana. El pueblo apoyó en todo momento al sacerdote. Los vecinos del barrio de Girón, en Valladolid, emprendieron una virulenta campaña de movilizaciones contra el centro de acogida de indigentes que pensaba abrir en él Cruz Roja (ver "Un chiste"). No era la primera movilización medieval contra proyectos sociales en la capital vallisoletana: primero fue el barrio de Las Flores por el realojo en él de un número mayor de gitanos procedentes del depauperado gueto de La Esperanza del que los vecinos consideraban indicado, luego el de las Delicias contra un dispensario de metadona a drogadictos y finalmente la Zona Centro por un puesto de similares características instalado por la Asociación Castellanoleonesa de Ayuda al Drogadicto (ACLAD). Respecto a este último caso, ver el artículo "Este mundo"). Zoon poltikon ('animal político') es como Aristóteles definía al ser humano y su supuesta tendencia natural dirigida a la socialización. En El contrato social, Jean-Jacques Rousseau entiende la sociedad, en la línea de John Locke, como un pacto de común acuerdo entre los individuos en favor del bienestar de todos. La empresa vallisoletana Enertec acababa de despedir a 170 trabajadores, a pesar de que el Ayuntamiento había tratado de impedirlo recalificando sus terrenos en una acción que al final sólo favoreció a la constructora Diursa. El bus fue un programa de televisión emitido por Antena 3. En la línea del exitoso Gran Hermano de Tele5, y tan frívolo como éste, un grupo de concursantes eran observados las 24 horas del día durante su estancia de varias semanas. en un autobús de lujo. "El colectivo" es la manera en que los argentinos se refieren al autobús de línea. |
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