25 enero 2006
Varapalos jurídicos
 

Es lo que tienen los “varapalos jurídicos”. Depositamos toda nuestra confianza en los tribunales como garantes universales de la justicia, modelo de objetividad y asepsia, exégetas unívocos de una única verdad revelada. Y, cuando uno de ellos nos da la razón y nos apresuramos a restregarle la sentencia a nuestro adversario, a darle una palmadita paternal en la espalda y a musitarle “¿Ves cómo te decía…?”, llega otro del gremio y, aplicando la misma doctrina y la misma jurisprudencia sobre el mismo caso y hasta en ocasiones el mismo escrito, nos sella la primera notificación en los morros y, con su sabia pluma de magistrado, escribe “bocazas”.

Es más o menos lo que le ocurrió al PSOE regional cuando, el jueves, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Salamanca denegó los dos recursos interpuestos desesperadamente por el Ayuntamiento para impedir o demorar en el último momento el traslado de los documentos del Archivo de la Guerra Civil. Ante el inapelable respaldo de la Justicia hecha hombres, los de Villalba no dudaron en calificar la resolución de un “nuevo varapalo judicial para Lanzarote”, tomándose así la revancha en nombre de la nave nodriza socialista, que acababa de soportar igual humillación a cuenta del manoseado acto de Batasuna que prohibió el juez Grande-Marlaska.

Sin embargo, al día siguiente, la Audiencia Nacional, que no es precisamente una falsa reliquia de la diosa de la Balanza, sí que juzgó que el recurso del Consistorio salmantino merecía la paralización cautelar del traslado, y, por si fuera poco, el Tribunal Constitucional, la mismísima hipóstasis del guardián de la Justicia, admitió cuando menos a trámite el que había interpuesto la Junta. Entonces fue el PP el que, con la señorita cegata repentinamente de su parte, interpretó que se habían “puesto de manifiesto las prisas inconfesables, la precipitación, la prepotencia, el oscurantismo y la debilidad” (nada menos) del Gobierno en su empeño en devolver los papeles.

Y así, con la misma seguridad complaciente de quien sabe que está esgrimiendo un argumento ad autoritas que nadie se atreve a contestar, ambas partes han culminado este fin de semana el penúltimo juego de espejos de esta eterna pendencia. Ya vimos cómo el PP se quejaba de que los catalanes actuaban como si Salamanca fuera una ciudad que nada tenía que ver con ellos, y cómo el PSOE contestaba que los salmantinos negaban a otra ciudad española, como Barcelona, el derecho a albergar el patrimonio estatal. También escuchamos a ambas partes apelar por igual a la reconciliación frente a las heridas abiertas, asistimos a los papelones simétricos del PP catalán y el PSOE castellano-leonés, Lanzarote sacó a los policías municipales y Carmen Calvo se llevó a los nacionales, los funcionarios de Cultura se enfundaron en nocturnidad para extraer los legajos y la Audiencia Nacional para bloquearlos, y ahora también los varapalos jurídicos acaban en egalité. Lástima que la dueña de la Balanza vaya a tener que desempatar, aunque no quiera, un mimetismo tan armónico que parece imposible que entre ambas partes se haya entablado una feroz discusión.

 

 

Referencias y contextualización

El jueves 19, se consumó la evacuación del Archivo Nacional de la Guerra Civil, situado en Salamanca, de 500 cajas de documentos pertenecientes a la Generalitat de Cataluña y requisados por el ejército franquista, para su inmediata devolución a Cataluña. El Gobierno del PSOE había atendido esta vieja reivindicación del nacionalismo catalán, pero esto había encendido los ánimos del PP y de gran parte de la sociedad salmantina y castellanoleonesa. El último intento del alcalde Julián Lanzarote, fue interponer sendos recursos ante el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Salamanca y la Audiencia Nacional, denunciando que varios de los documentos que se iban a trasladar no pertenecían a la Generalitat. El primero no le dio la razón pero la segunda sí, bloqueando la devolución durante unos días hasta que el jueves 26, la propia Audiencia Nacional dio luz verde a que se llevara a cabo el traslado.

Un argumento ad autoritas es aquél que no se basa en ningún razonamiento, sino en la confianza que se deposita en que lo respalda una persona de reconocida autoridad.

Acerca de la polémica de los documentos del Archivo de Salamanca, se puede leer en Periodista Digital el artículo "Archivo invertebrado", en el que se condensan varios de los argumentos aparecidos anteriormente en las columnas de El Mundo de Castilla y León en las sucesivas reapariciones de la polémica en la actualidad regional. "El Archivo Feliz", publicado en el verano de 2004, es una parodia metafórica del litigio.

 

Artículo siguiente

Artículo anterior

Página principal