9 septiembre 2009 |
... Y ahora, el Plan-F |
Temiendo que, tal y como advierte el PP, el repunte del empleo registrado en verano sea meramente estacional, que los sectores que contrataron gente en los meses soleados se desprendan de ella como de hoja caduca en cuanto llegue el otoño, que los brotes verdes amarilleen y una masa de temporeros cetrinos se caiga del guindo y vuelva a alfombrar las ciudades para sufrir el pisoteo de la crisis, propongo humildemente al Gobierno un nuevo plan de estímulo: el Plan para Facilitar y Flexibilizar el Fárrago Funcionarial, que, de ahora en adelante (imagínenme muy serio y con los ojos fijos en la cámara), será conocido como “Plan-F”. Dado el precedente del plan cronológica y alfabéticamente anterior, no se me reprochará que una intitulación tan solemne se concrete en la escueta y nada sofisticada descripción “abrir también por las tardes los organismos donde los ciudadanos acuden a realizar sus trámites administrativos”. Tampoco se me podrá negar que mi idea es totalmente coherente con el doble propósito que se ha marcado el Gobierno ante la crisis: tomar medidas que ayuden a reactivar la economía y el empleo a corto plazo, pero que a la vez nos conviertan en un país más moderno y eficaz cuando escampe la tormenta. Sin duda, la apertura de las oficinas públicas por las tardes absorbería la mano de obra que quede desocupada tras el verano, e incluso la que dejen libre en diciembre las obras municipales emprendidas con cargo al Plan-E. Quien pone un ladrillo también puede poner un matasellos, y al Estado lo mismo le da crear demanda agregada de una cosa que de la otra. Pero es que, además, abrir estos recintos por la tarde parece una necesidad perentoria en un país moderno, donde trabajan ambos cónyuges y se hace imposible encontrar tiempo para realizar los engorrosos trámites burocráticos. Si el comercio liberaliza sus horarios masacrando a los pequeños tenderos, es inexplicable que la Administración, a quien no le aprietan los costes, no abra todo el día, dotando así de algún contenido a su constante pero genérica defensa de la conciliación. Una vez aplicado el Plan-F, y con el siempre loable objetivo de incentivar la natalidad, quizá también sería conveniente aprobar un Plan de Garantía y Galvanización de la Gravidez Ginecológica. Pero ése todavía no he decidido en qué habría de consistir. |
Referencias y contextualización Pese al repunte del empleo que se registró durante el verano en España, el PP y muchos economistas advirtieron de que se trataba de un espejismo debido sobre todo al factor estacional, por la necesidad puntual de mano de obra que tienen varios sectores en esta época. El Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo, que fue presentado solemnemente ante las cámaras por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, literalmente con las palabras "que, de ahora en adelante, será conocido como el Plan-E", tenía entre sus medidas estrella para crear empleo la realización de obras públicas en los municipios españoles con cargo a un Fondo de Inversión Local, convirtiendo al Estado en una "demanda agregada", según el concepto acuñado por Malthus y desarrollado por Keynes. El Gobierno defendía el Plan alegando que, además de una reactivación de la economía y el empleo a corto plazo, permitiría la modernización de los municipios. Las obras tendrían que acabar en diciembre.
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