13 marzo 2002 |
Cicerone Consule |
Carpe Diem, no esperes nada del mañana, pero por lo menos déjale la oportunidad de que llegue para que puedas atraparle también. Niña, coge tus flores y desflóralas todas las noches, si te apetece, pero no te dejes esclavizar por esa inercia brutal de alcohol, pastillas y bakalao que te promete novedad y emancipación y en el mejor de los casos sólo te conduce al adocenamiento. Seguro que no es culpa tuya, así que, por favor, no se te ocurra ofrecer tu vida en prenda por la falta de ingenio de tu generación. Ubi sunt los chicos que querían ser poetas, que sabían dónde estaban, que luchaban por algo en su vida, que se iban rabiando a casa cuando les echaba de clase un profesor? ¿Hasta dónde no se habrán empachado de videoconsola y derechos del niño, que ahora obligan al Gobierno a proponer reválida y mano dura, y a establecer una criba a los 14 años para que sólo acceda a la cultura la gente que ya tenía vocación para estudiar? Vamos de cabeza al modelo social de los americanos, orgullosos de Henry Ford, para los que no tiene nada de raro que unos se especialicen en regentar carnicerías, otros en ponerle el radiador a los coches y otros en... pensar. Tempus fugit, y, en menos de lo que parece, nos libraremos del agobiante mito adolescente que nos han impuesto con Operación Triunfo. En mayo haremos el ridículo en Eurovisión, porque la canción es horrorosa, y poco después comprobaremos que no se puede sacar más que una moda pasajera de unos artesanos que sólo saben cantar, y a los que sin haber escrito un compás en su vida ya se concede el epíteto de artistas.
Hace cinco décadas, a comienzos de siglo, empezó a gestarse la sociedad moderna. No para todos, claro. Los pseudointelectuales de la época, tan dogmáticos al fin y al cabo, se resistían a perder su caduca influencia sobre la gente, y prodigaban sermones resentidos sobre el peligro de caer en la frivolidad y olvidar la cultura. Hoy sabemos que la cultura es una opción personal, incomparablemente menos necesaria que las drogas para conquistar la felicidad. ¡Tantos siglos inventándonos excusas para no lanzarnos sobre la única verdad del placer físico! Mañana nos vemos en la macrofiesta plug con la actuación estelar de los clones de tus ídolos Bustamente y Bisbal. Sin remordimientos, chica; lo que te echa en cara tu abuelo son cosas de cuando Cicerone Consule.
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Referencias y contextualización Carpe Diem ("atrapa el día"), Ubi sunt...? ("¿Qué fue de ...?") y Tempus fugit ("El tiempo se escapa") son los tres tópicos clásicos de la poesía latina en relación con el paso del tiempo y la conveniencia de aprovechar la juventud, que pronto se escapará. En este artículo sirven para introducir tres sucesos protagonizados por adolescentes: una joven vallisoletana que entró en coma después de mezclar alcohol y pastillas en una noche de bakalao; la aprobación de la Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE) -con restauración de la Reválida y pronta separación de los alumnos en itinerarios diferentes: unos dirigidos a la carrera superior y otros a la formación profesional- que promovió el Gobierno del PP para solucionar la excesiva lasitud y permisividad de la anterior LOGSE; y el auge del programa de televisión Operación Triunfo, en el que jóvenes concursantes que aspiraban a ser cantantes (dos de ellos eran David Bustamante y David Bisbal) competían en una academia para ser el próximo representante de España en el Festival de Eurovisión y grabar un disco con alguna productora musical -la canción ganadora a la que se refiere al artículo fue Europe's living a celebration-. Sobre Operación Triunfo y Eurovisión, ver también "Lukács y Operación Triunfo" y "Europe´s living a descerebration". Cicerone Consule es un modelo de cláusula latina en ablativo, que se traduciría por "Cuando Cicerón era cónsul...". El párrafo final en cursiva que culmina con esa expresión es un contrapunto cínico respecto a las cosas que se han afirmado en el artículo y su posible obsolescencia dentro de cincuenta años.
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