4 junio 2003
Después del 25-M (II)
 

 

Si hubo un colectivo social derrotado por la victoria del PP en las autonómicas, ése fue sin duda el de los homosexuales y lesbianas; los resultados hacen temer que se ignore una vez más su demanda de una Ley de parejas de hecho que, para empezar, permita matrimonios civiles de gays con las decisivas implicaciones fiscales, testamentarias y culturales que su aceptación conllevaría.

La Junta aprobó en octubre un Registro de parejas que yo sinceramente me creí y celebré aquí mismo, pero luego ni siquiera admitió a trámite las demandas de PSOE e IU de concretarlo en ley, y una mera lista de encausados no vale para nada. Mientras, Andalucía, Extremadura, Cataluña, las autonomías populares de Madrid y Valencia y hasta el País Vasco del confesional PNV (además de Holanda, Bélgica, Alemania y el apoyo expreso del Parlamento de Bruselas si no contamos al Partido Popular Europeo) ya tienen su ley o está en camino.

¿Y nosotros cuándo? Ahora que comenzamos legislatura, Juan Vicente Herrera tiene una gran oportunidad de demostrar ese talante flexible que le alaban los cronistas acabando con una injusticia idéntica a la que se cometería si, pongamos por caso, pudieran casarse las personas rubias sí y las morenas no, o los diestros sí y los zurdos no. A eso se reduce la polaridad entre ambas tendencias si no echamos mano de dogmas cristianos o falacias arbitrarias como calificar a unas conductas de naturales y a otras de aberrantes. Ya sugerí una vez que, si algún personaje encumbrado a modelo universal como Moisés o Jesús de Nazaret hubiera albergado inclinaciones homosexuales, casi todos nos habríamos autosugestionado para ser gays, la reproducción se habría deslindado de la familia y sólo unos pocos valientes reclamarían su derecho a seguir su instinto heterosexual, mientras la Iglesia censuraría su conducta por anormal y contraria a la voluntad de Dios y les negaría la crianza de hijos con el argumento de que los niños necesitan la estabilidad homogénea de un hogar con dos padres o dos madres.

No creo que Herrera pretenda legislar en función de unas ideas personales que, mayoritarias o no, son sólo creencias. Me costaría imaginarle empeñando su crédito político en un prejuicio anacrónico del que no sale ganando nadie y sí perdiendo mucha gente. Pero alguien debe obligarle a pronunciarse. Ya. Sí o no, y por qué. El asunto es capital, flagrante y de puro sentido común. Es hora de que Herrera salga del armario.


 

Referencias y contextualización

En relación con la aprobación por la Junta de Castilla y León de un Registro de parejas de hecho que parecía que iba a ser el principio de una apertura del PP regional a las reivindicaciones del colectivo homosexual, ver "Un paso más". El artículo al que se alude en el tercer párrafo es "Una Historia alternativa (Contribución al Día del Orgullo Gay)".

 

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