6 noviembre 2002 |
Un paso más |
Apenas unos días después de la estupenda noticia de la creación de un registro de parejas de hecho por parte de la Junta de Castilla y León, con vocación de equiparar sus derechos a los de los matrimonios tradicionales, llega la Guardia Civil y se marca el detalle de reformar sus estatutos para asumir la cohabitación gay de uno de sus agentes. Casi parece la victoria final, el reconocimiento definitivo de que los impulsos químicos de los hombres, sean de la naturaleza que sean, no pueden supeditarse a valores metafísicos heredados ni a los patrones de comportamiento a los que han dado lugar. No del todo. La inercia es mucho más poderosa de lo que parece, y deja un resquicio para la crítica que resulta de gran alivio a mi manifiesta incapacidad para rellenar cuatro párrafos a base de aplausos incondicionales. Aún falta un paso más. Y es que los derechos cuya discriminación ha acabado (por fin) resultándonos insostenible son los de las parejas no ortodoxas, pero a fin de cuentas parejas y estables. Una convivencia de seis meses es el requisito mínimo que, con admirable liberalidad por otra parte, ha fijado la Junta para las que deseen inscribirse en su registro. Es decir, que estamos muy cerca de librarnos de pasar por el aro del matrimonio heterosexual, pero todavía no del de la relación monogámica y estable, que es la variante laica de una herencia cultural que dura siglos. En último término, las ventajas fiscales y la preeminencia a la hora de optar a una vivienda de protección oficial de que (esperemos) pronto gozarán las parejas de hecho en igualdad con los matrimonios, seguirán dejando fuera a los que prefieran vivir solos o en compañía de amigos, configurando su vida sexual y sentimental de una manera totalmente autónoma de su rutina cotidiana. No quisiera hacerme el visionario, pero preveo (o quizá solamente ansío) que ésa es la relación del futuro; la forma en que organizará sus necesidades sexuales una juventud que goza en la variedad y aborrece de normas y compromisos, y que ha descubierto lo fácil que es tener relaciones pasionales plenamente satisfactorias sin convertirlas en una suave marea languideciente. La completa autonomía de la vida doméstica individual: seguramente también el “paso más” que hace falta para que uno de cada cinco adolescentes castellanos y leoneses deje de considerar a la mujer un ser “débil, dependiente y sexualmente reprimido”.
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Referencias y contextualización La Junta de Castilla y León, en manos del PP, anunció por fin la elaboración de una lista de parejas de hecho con la intención "profundizar" en la equiparación de sus derechos a los de los matrimonios. Con posterioridad, esta declaración se quedaría en el registro de parejas, sin acompañarlo el reconocimiento de ningún derecho. Por estas fechas, la Guardia Civil también acababa de admitir la cohabitación homosexual de uno de sus agentes. Finalmente, una encuesta aparecida en Diario de Valladolid atestiguaba que el 20% de los adolescentes castellanos y leoneses consideraban a la mujer un ser "débil, dependiente y sexualmente reprimido". Sobre estos temas, ver también "Pareja entreabierta", "Postal de San Valentín", ,"Amor y temporalidad","La picazón contra la utopía" y "Lo que va del amor a la posesión". El artículo siguiente es un recordatorio irónico de "Un paso más" bajo el título de "Respaldo popular al columnista" |
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