7 septiembre 2005 |
Enmienda a la totalidad |
Al parecer, la Conferencia de Padres Católicos, Concapa, pretende congregar a su alrededor a los colectivos que han venido expresando su rechazo a la LOE, para de esa forma escenificar una manifestación masiva, ecuménica, "abierta a todos". Justifica este proceder porque, a su juicio, "una parte importante de la comunidad educativa está descontenta". Hace trampas. La suma de las 1.500 enmiendas parciales que recibió el anteproyecto de ley (que, francamente, son unas cuantas) no equivale a una enmienda a la totalidad. Cada una va por su lado. Hay, por ejemplo, organizaciones que rechazan la LOE porque no apuesta más nítidamente por la enseñanza pública, y también hay sindicatos que sólo pretenden mejorar las condiciones laborales del profesorado. Ni unas ni otros irían jamás de la mano con la Concapa. Pero las asociaciones de padres, alumnos y centros tienen nombres genéricos, que rara vez traslucen su ideología, y, aunque hay varias en cada estamento, seguro que la Concapa encuentra una por gremio que comparta las tesis de la Iglesia Católica y del Partido Popular, y sale a la calle como si tuviera a toda la comunidad educativa detrás. Al final, se manifestarán sólo quienes elogiaban todos los aspectos de la LOCE y censuran la LOE con la misma incondicionalidad, por razones ideológicas o directamente políticas. Pero tener a muchos colectivos detrás representaría algún valor sólo si se disipara ese monolitismo y, discutiendo cada punto por separado, los grupos afectados en cada caso rechazaran por motivos técnicos la mayor parte de los artículos. Eso es, al menos, lo que se le supone a quien se erige en portavoz de un gremio y no de un partido. La mejor prueba de que esto no es así la proporciona la Federación de Sociedades de Filosofía. Dominada, por lo visto, por profesores de una tendencia muy concreta, alertó del peligro de que la asignatura de Ciencias del Mundo Contemporáneo pueda “tener contenido ideológico”, porque, “si va a recoger cuestiones científicas y técnicas de actualidad, tratará de asuntos polémicos sobre los que no hay una opinión clara de la sociedad”. Vaya, ¿y eso le da miedo a un filósofo? Lejos de aprobaciones por aclamación y enmiendas a la totalidad, creo que sólo por fetichismo clasicistase puede objetar que el Latín y el Griego sean arrinconados por el Francés y el Alemán; el de quienes se empeñan en creer que todo está ya en los clásicos, y por tanto leer a Platón o a Plauto en su lengua original es incomparablemente más enriquecedor que hacerlo con Nietzsche o Marcel Proust. En cambio, defendería la Reválida sobre la Selectividad, por la conveniencia de refrescar conocimientos casi olvidados, y también la elevación del listón de exigencia a los alumnos, que no se cogen traumas infantiles con tanta facilidad como se creen algunos. A la vez, no creo que se deba hacer repetir indefinidamente a quien no disfruta estudiando, pero por la misma razón habría que favorecer el tránsito a esa FP con la que nos acaban de contar que se encuentra trabajo inmediato. A ésta última, por cierto, y como aportación independiente de la LOCE y de la LOE, le convendría no sólo equipararse al título de Bachillerato, sino modificar el nombre mismo de sus módulos. Apuesto a que, con semejantes expectativas de empleo, sus institutos se llenarían de jóvenes sólo con que se cambiara el título de fontanero por el de ingeniero de lavabos.
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Referencias y contextualización Para el mes de septiembre de 2005 estaba previsto el inicio de la tramitación parlamentaria del proyecto de Ley Orgánica de Educación (LOE) aprobado por el Consejo de Ministros el 22 de julio anterior. La Conferencia de Padres Católicos (Concapa) anunció el día 5 su intención de iniciar una ronda de conversaciones con las diversas asociaciones representativas de la comunidad educativa, con el objeto de organizar una gran manifestación que se proyectaba para otoño. Dos de los colectivos de profesores descontentos con el lugar en que quedaban sus respectivas asignaturas en el proyecto de ley fueron la Federación de Sociedades de Filofía y la Sociedad Española de Estudios Clásicos; ésta última protestaba por la previsible desaparición del Latín y el Griego al tener que competir con otras optativas como la de Segunda Lengua Extranjera. Mientras que la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza (LOCE), aprobada por el PP en 2003 y paralizada por el PSOE al llegar al poder, restauraba el examen de Reválida como prueba general de todo el Bachillerato, la LOE prefería la Selectividad como prueba de acceso a la Universidad. Además, la LOE permitía que un alumno pasara de curso con dos asignaturas suspensas, y hasta tres en las comunidades autónomas que así lo dispusieran, y cada alumno sólo podría repetir dos veces en toda la ESO; la LOCE, por contra, preveía hasta una repetición por curso y había intentado reforzar la autoridad del profesor y la exigencia al alumno, para terminar con el ambiente de desorden y relajación que se decía que había provocado la anterior ley de Educación aprobada por un Ejecutivo socialista, la LOGSE. La LOE, además, elimina los itinerarios fijos con los que la LOCE bifurcaba a los alumnos en 3º de ESO, a los 14 años, separándoles entre Letras, Ciencias y FP, pero con idéntico título de Bachillerato al terminar cualquiera de los tres.. Un informe publicado por Diario de Valladolid la semana anterior revelaba que casi la totalidad de los graduados en FP encontraban trabajo, y una mayoría en los tres primeros meses tras salir del instituto. Sobre este mismo tema, cuando el PSOE paraliza la LOCE al comienzo del curso 204-205, ver "La vuelta al cole". Sobre la asignatura de Religión, que la LOCE había querido hacer obligatoria y computable y la LOE había vuelto a dejar como voluntaria, ver "Demasiadas contemplaciones".
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