1 octubre 2008
La nación recreada
 

 

La nación recobrada. El título de la exposición que resalta en Salamanca la importancia de Castilla y León en la Guerra de la Independencia parece, o bien ideado por la reencarnación de algún romántico decimonónico para justificar la obra de su movimiento cultural, o bien escogido por un teórico de nuestro tiempo como saco de arena para ridiculizar el concepto de nación que parió dicha corriente. Dada mi escasa querencia por la metempsicosis, se me permitirá que asuma el papel de portavoz de éste último.

Para Herder, Fichte y el resto de adolescentes tardíos que, sin saberlo, bosquejaron los contornos ideológicos de nuestro mapamundi, de trazo más bien débil pero muy susceptibles de rellenar con vistosos colorines que harían las delicias del pueblo, las naciones eran como bellas durmientes. Habían existido siempre, antes incluso de que se escribiera el cuento, y sólo aguardaban el beso redentor de un príncipe azul que las despertara de su letargo y las hiciera tomar conciencia de sí mismas. Los románticos se arrogaron esta misión, y la llevaron a cabo con tanto éxito que, dos siglos más tarde, todo el mundo da por supuesto que las naciones son unos entes naturales, las formas lógicas en que se agrupa y organiza la Humanidad, y hasta una exposición erudita considera que España era una realidad preexistente que se “recobró” entre 1808 y 1814.

No lo era. Ni España ni las demás naciones-Estado que llevaban siglos manteniendo la misma extensión territorial, ni mucho menos las naciones “irredentas” que aún estaban o están por alcanzar la autonomía, existían antes del XIX. Sencillamente, la gente no pensaba en términos de “naciones”, esto es, de comunidades dotadas de una identidad colectiva basada en la raza, la lengua, la cultura o la Historia. Antes de que la Revoución Francesa acuñara la idea de un conjunto de ciudadanos y los románticos la atribuyeran rasgos orgánicos e identitarios, los españoles se autodefinían sólo como “vasallos del rey de España”.

En la Guerra de la Independencia, es cierto, la nueva moda fue aprehendida e instrumentalizada como arma de movilización por los líderes de la resistencia. Y durante el resto del siglo, los gobiernos europeos comprendieron la importancia de la construcción nacional como aglutinante social y legitimador político. Sin embargo, presentar la tarea como la recuperación de una supuesta realidad latente sólo fue el modo más aceptable y subyugante de vender lo que de hecho era la recreación de una realidad que siempre se había sentido y entendido de otra manera.

 

 

 

Referencias y contextualización

El lunes 29 se inauguró en la sala de Caja Duero en la Plaza San Boal de Salamanca la exposición "La nación recobrada. La España de 1808 y Castilla y León". Los pormenores de la muestra se detallan en esta reseña. Otros artículos sobre la Guerra de la Independencia, cuyo bicentenario se estaba conmemorando este año, son "1808: el mito de todos" y "Parábola de El Empecinado".

 

Artículo siguiente

Artículo anterior

Página principal