1 agosto 2007
Los nuestros son los otros
 

De luto verdaderamente solemne y con grandes dosis de pompa fúnebre, Soria y la localidad leonesa de Cea recordaron el sábado a sus antepasados numantinos y vacceos, que resistieron con heroísmo al invasor romano en la desigual batalla que aniquiló nuestras tradiciones autóctonas.

¿Nuestras? Será que es costumbre de estas tierras rendir culto en grutas y enterrar a los muertos en urnas sobre las que luego se levantan túmulos coronados por estelas. ¿Autóctonas? Será que los vacceos y los arévacos que defendieron Numancia no eran celtas venidos del norte de Europa, y que los estratos inferiores del yacimiento de Soto de Medinilla, a los que se superponen los restos vacceos, contienen la huella que dejó una mera plaga de topillos. ¿Invasor? Será que dos mil años después aún ha de tenerse por intolerable injerencia extranjera la llegada de las tropas que nos trajeron el legado griego, el Derecho y el latín.

Podríamos comprender la sorprendente elección de afinidades que hacen algunos por aquella superioridad estética de los vencidos que acuñó Borges, pero aquí nadie organiza funerales por la caída de la civilización romana en el siglo V. ¿Por antiimperialismo? Más bien por antirracionalismo y antigalicismo.

La evocación y reconocimiento de unas raíces distintas y a menudo anteriores a las establecidas por la tradición clásica los impulsan los prerrománticos alemanes que reniegan de la hegemonía cultural de los ilustrados franceses, presuntos herederos de griegos y romanos. Y se pone tan de moda que, a lo largo de cien años, todas las regiones sin Estado de Europa atribuyen su identidad a unos pueblos remotos que no han dejado ni rastro durante siglos, pero con los que trazan una impensable continuidad suponiendo que su legado pervive en las costumbres populares, como si éstas no pudieran haber surgido de cualquier otra forma en el ínterín. En nuestro tiempo, además de los amigos de los celtíberos, repiten la inercia los sudamericanos que se identifican con los indios precolombinos y no con los españoles, y los vascos y catalanes que sienten más suyas las leyes, las instituciones y la lengua que había en su territorio en la Edad Media que los que llevó allí el centralismo castellano en la Moderna.

Naturalmente, nadie puede asegurar que lo que impuso o mantuvo la fuerza de las armas sea superior o siquiera más moderno que lo que sojuzgó. Pero sí que quienes se se sienten herederos de los perdedores tienen, les guste o no, mucho menos en común con “los suyos” que con los otros.

 

 

Referencias y contextualización

El sábado 28 por la noche, una asociación de amigos de los celtíberos representó teatralmente en Soria el cerco y la caída de Numancia a manos de las tropas de Escipión Emiliano y se clausuró en Cea (León) una semana dedicada a los vacceos con la escenificación de un "funeral" por la cultura de este pueblo prerromano. En Soto de Medinilla (Valladolid) se encuentra un importante yacimiento arqueológico con restos vacceos y de otros pobladores anteriores. Otras críticas irónicas al mito de la continuidad histórica y al culto a los antepasados, en este caso referidas a los comuneros, son "Mis abuelos los comuneros" y "Dimisión irrevocable de los comuneros".

 

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