5 mayo 2013 |
Mudo por la patria |
Un superior puede adoptar conscientemente una medida injusta contra un subordinado. Entra en la lógica de las relaciones de poder. Puede hacerlo si piensa que la medida es aleccionadora, eficaz, disuasoria, si cree que con ella evita un mal mayor o que adoptándolo se va a granjear el apoyo de terceros, ya sea otro superior, el grupo entero que tiene bajo su mando o la sociedad en general. Lo inexplicable es que imponga al subalterno una sanción que, además de injusta, resulta inútil, no va a amedrentar ni a reconducir al castigado, no impide perjuicios mayores y daña solamente la imagen de quien castiga. Pues bien, de esta índole contraproducente fue el arresto del presidente de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Jorge Bravo, que el viernes volvió a su domicilio de Valladolid tras purgar durante un mes y un día la demanda que hizo ante dos medios de comunicación de que los recortes presupuestarios en Defensa se apliquen a los actos y festejos superfluos en lugar de a las condiciones salariales y laborales de su personal. El Ejército podría haber respondido simplemente a Bravo que la partida de personal absorbe más del 70% del presupuesto y que ahorrando en desfiles no hay ni para empezar, pero no se le ocurrió otra cosa que encerrarle. Es obvio que un arresto de un mes, independientemente de las condiciones en que éste se desarrolló y sobre las que hay discrepancias entre la AUME y Defensa poniendo a la defensora del pueblo por testigo, no va a arredrar a un tipo como Bravo, que ha hecho de la reividicación de que los militares son ante todo ciudadanos su razón de ser en la vida. Y también es evidente que el presunto fin superior de la seguridad nacional o el deber de reserva, límites a la libertad de expresión de los miembros de las Fuerzas Armadas, no peligraba con unas manifestaciones muy cabales sobre la orientación de los recortes realizadas, además, por el portavoz de una asociación reconocida como tal y con representación en el Consejo de Personal, precisamente en el ejercicio de las funciones que se le suponen al cargo. Lo curioso es que este Ministerio encabezado por Pedro Morenés, un tío que cautiva por honesto y entrañable a fuer de poco mediático, parece muy consciente de la necesidad de ofrecer una buena imagen del ejército a la sociedad que en última instancia sufraga las retribuciones y recursos materiales de sus miembros. Y con medidas como ésta las Fuerzas Armadas sólo consiguen proyectar una caduca y antiestética reverencia a la disciplina por la disciplina, a la cadena de mando porque yo lo mando.
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Referencias y contextualización La noticia de la condena de Jorge Bravo puede leerse aquí. Y la de la polémica sobre las condiciones de su arresto aquí. Otro artículo sobre las Fuerzas Armadas y su presupuesto es "Cuarteles de invierno eterno". |
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