15 julio 2012 |
Otro tipo de intervención |
La UE presta dinero a España a cambio de unas condiciones de ajuste del déficit. Madrid presta dinero a las comunidades autónomas a cambio de unas condiciones de ajuste del déficit. Si es el momento de de replantear el modelo de Estado, como dice Rosa Valdeón, parece claro que lo más sensato sería suprimir el Gobierno central para evitar duplicidades. Con la reforma laboral en mano, los tres trimestres seguidos con déficit ya permiten aplicar a todos sus miembros el despido objetivo. A falta de esa patada en el culo, la que le propinaron en el Consejo de Política Fiscal dos de los suyos, Castilla y León y Extremadura, fue en un sitio que duele bastante más. Máxime cuando a este paso ya no va a haber ningún sitio donde curar la inflamación, porque si las regiones se ajustan los machos será a costa de la Educación y la Sanidad, que absorben el 70% de su presupuesto. Mucho más que todos los municipios, mancomunidades, entidades públicas, cargos superfluos y coches oficiales que se quieran oportunamente eliminar. A mí, que no soy nacionalista ni regionalista, me da igual que me gobiernen desde Valladolid, desde Madrid o desde Bruselas. Jamás acusaré a Rajoy de estar intervenido por Europa, como tampoco de improvisar o traicionar su programa electoral. Es cierto: con las actuales reglas del juego, la situación económica no le deja otra opción en un país que no tiene un motor alternativo a la construcción. Lo único que le pediría es que, ya que su Gobierno también está aumentando el paro e incurriendo en déficit, aplique el mismo criterio y se muestre igual de indulgente con el anterior, en vez de achacarle a un déficit oculto de 28.000 millones todos los ajustes anunciados desde diciembre, que ya suman 120.000. Tal vez así podríamos perdonarle a él y/o a sus votantes que se creyeran que no serían necesarios, por no tomarse la molestia de razonar una lógica que ya era evidente antes de las elecciones. Al margen de exabruptos reveladores pero anecdóticos de sus diputados, también sería de agradecer que Rajoy atribuyera a esa misma situación económica y falta de alternativas el drama que padecen los parados, en lugar de sugerir que no hacen todo lo posible por encontrar trabajo y, en el colmo de la infamia, tratar de enfrentarlos con los empleados públicos aduciendo que éstos tienen que hacer el ajuste que ya pasó el sector privado. En esta lucha sólo hay dos clases: los sectores que, después de forrarse con la vivienda sin cubrir los riesgos, ahora lo hacen con la deuda pública que les rescató, y el resto de los ciudadanos. Es una injusticia tan disparatada que sería preferible cualquier otra alternativa ajena a la lógica de los recortes y las intervenciones. Por ejemplo, establecer por ley, Constitución o tratado europeo que, en aras del bien público, la deuda soberana no puede ofrecer más de un 5% de interés. Los mercados perderían la capacidad de poner condiciones y tirar de la cuerda, pero seguirían comprando un producto muy rentable ahora que los tipos están bajos, y fiable porque un Estado casi siempre tiene recursos fiscales para ser solvente. Pero claro, oficialmente no se puede intervenir en los precios, aunque es justo lo que se pretende que haga de forma indirecta el Banco Central Europeo cuando se le insta a comprar deuda española. Cuánta inercia y cuánta hipocresía. Los libros de Historia del futuro se asombrarán de esta época que permitía asfixiar a la gente pero no bajarse de la ortodoxia liberal y la quimera del mercado de competencia perfecta.
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Referencias y contextualización El martes 11, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció una dura serie de recortes y subidas fiscales para reducir el déficit público, que se añadía a la subida del IRPF, el recorte presupuestario y las reformas de la Sanidad y la Educación. El jueves 13, obligó a un ajuste semejante a las comunidades autónomas en un Consejo de Política Fiscal en el que se abstuvieron Castilla y León y Extremadura, pese a estar gobernadas por el PP. La alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, dijo que era hora de replantear el Estado de las Autonomías. La interpretación de la crisis como un doble enriquecimiento de los especuladores a costa de la vivienda y de la deuda pública ya se planteó en junio de 2010 en "El storyboard de este drama".
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