18 abril 2001 |
Perdonad |
Perdonad que en estos días exultantes en que se celebra el éxito de la Semana Santa 2001, el buen tiempo que la ha acompañado, la rentabilidad para las cofradías y lo guapa que salió en la tele la Plaza Mayor, aparezca el típico aguafiestas clamando que cada edición del festejo es un fracaso para el género humano. Perdonad la intransigencia que juzguéis que hay en que no admita que cada cuál pueda creer lo que le parezca si no me da alguna razón justificada para ello. Que no me valga que Dios existe porque no se puede demostrar lo contrario si el criterio de verificabilidad que empleamos para todas las demás hipótesis es justamente el opuesto: sólo existe lo que se demuestra que existe. Es decir, el criterio por el que considero falso que haya un diplodocus rosa durmiendo en la cara oculta de la luna aunque no me sea posible refutarlo. Perdonad que no me sirva el motivo light de los creyentes no practicantes, es decir, que “algo tiene que haber”, que “de alguien tuvo que venir en último término todo esto”, ya que se trata de un mero argumento circular que contiene la conclusión en la propia premisa de partida, y que a lo sumo pudo tener sentido en un entorno que desconocía que la materia es eterna y no se crea ni se destruye; sólo se transforma. Perdonad que rechace igualmente que a Dios no haya que explicarle, sino sentirle; los paladines de la entronización de los medios no racionales de conocimiento ignoran que el ser humano no siente en abstracto, sino que asimila sus sensaciones a las que ha visto descritas en la sociedad en la que se forma y las pone el mismo nombre que aprende que se las han puesto. Todos hemos sido alguna vez felices y hemos querido llamarlo Dios; todos hemos sido alguna vez desgraciados y hemos necesitado refugiarnos en Dios. Pero Dios es un nombre, y que sea reconocido por la mayoría de la Humanidad no demuestra por sí mismo nada. Perdonad, en fin, que a mí este tema del creer sin ver no me resulte indiferente sino humillante, un cheque en blanco, un supremo homenaje a la estupidez, y que no sepa limitarme al hecho folklórico. Que no esté dispuesto a que el hombre haga penitencia por ser lo que es, a que el sacrificio sea más noble que el placer, a que el Mal sea inescrutable pero el Bien perfectamente comprensible y alabemos al Señor. A que siga teledirigiendo vidas y conciencias este hermoso cuento mal contado.
|
Referencias y contextualización La Procesión General del Viernes Santo de Valladolid fue retransmitida el año 2001 por Televisión Española. El tiempo soleado favoreció la afluencia de visitantes y la consiguiente rentabilidad económica de los festejos. Otros artículos sobre la Semana Santa vallisoletana son "Pasión y muerte" y "Del vía crucis a la gran encrucijada". |
|