17 julio 2002 |
Por qué cinco años no han sido nada |
Si hay un asunto en el que tienen sentido esas críticas surrealistas que se blanden de vez en cuando contra algunos líderes del PP (Herrera, Aznar), acusándoles de dar muchos datos y no hacer política; si hay un ámbito en el que repetidamente se ve desbordada su reputación de buenos gestores y se echa en falta un suplemento de mano zurda, de filosofía crítica, de imaginación, de amplitud de miras humanista, ése es sin duda el tema de Euskadi. Por estas fechas, los medios de comunicación difunden el sentimiento de estupor que invade a cualquiera que recuerde que hace cinco años hubo medio millón de personas manifestándose en Bilbao contra la muerte de Miguel Ángel Blanco y otro centenar abrazando épicamente a los ertzainas en Irún. A diferencia de Alejandro Cuevas, que este domingo se hacía eco de la efemérides en su artículo “Cinco años no son nada”, yo, posiblemente más ingenuo, sí pensé entonces que las cosas iban a cambiar. Nunca como entonces ha sido tan factible deslegitimar y arrinconar al abertzalismo violento. Pero la alternativa no podía ser el nacionalismo español, ni demonizar la tregua y al PNV, ni criminalizar a la vez fines y medios, sino la comunión basada en los buenos gestos, la comprensión que desarma al odio, la ridiculización de todas las banderas y, por supuesto, la puerta abierta al derecho de autodeterminación, que racionalmente no admite réplica y que en ese escenario se habría quedado sin sentido. Se hizo todo lo contrario. Tragar muertos, fueros y opresión cultural para nada. Y, aunque en las elecciones del 2001 ya comprobamos que allí las cosas se ven de otra manera, Madrid sigue optando por las bravas, castigando a asesinos y cómplices pero imponiendo el marco legal por el que se justifican ante su base social. No es que me merezcan mucha estima intelectual los políticos vascos, siempre dispuestos a poner una patria por encima de todo y a compatibilizar dos conceptos que se dan de patadas: autodeterminación (la democracia sobre la tradición) y territorialidad (la tradición sobre la democracia). Tampoco entre ellos ha surgido el líder con clase que sepa o quiera abstraerse de la inercia de los dos bandos. Pero, como el plan de Ibarretxe salga adelante sin atentados, el Gobierno, abocado sólo a la represión, se va a dar cuenta de que cinco años de errores sí que han sido algo: exactamente todo lo contrario.
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Referencias y contextualización Alejandro Cuevas, columnista de Diario de Valladolid y El Mundo de Castilla y León en la sección "Hoy domingo", publicó el 14 de julio un artículo titulado "Cinco años no son nada", en el que se hacía eco de que, cinco años después de la movilización social y política contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco, nada había cambiado en el País Vasco. Sobre las elecciones autonómicas de 2001, ver "13 de mayo". La necesidad de "castigar a los asesinos y sus cómplices" era el principal estribillo con el que PP y PSOE defendían la ilegalización de Batasuna, el brazo político de ETA y supuestamente perteneciente de hecho a la estructura de la banda armada; sobre este tema, ver "La ilegalización". |
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