13 febrero 2008 |
Santa Águeda y San Valentín |
Las mujeres nunca han necesitado un día al año para tomarse una simbólica revancha frente al dominio de los hombres. La idea de que España ha sobrevivido varios siglos con una mitad de sus elementos mandando y la otra aguantando es una presunción paternalista que sólo puede atribuirse a la ingenuidad de la primera o al victimismo de parte de la segunda. Esto habría estallado si las mujeres no hubieran tenido a su disposición un reducto de poder que les hubiera resultado satisfactorio. Ese reducto ha sido el doméstico. Aunque un diagnóstico tan genérico y superficial se expone a innumerables excepciones, parece que, mientras los hombres dominaban la política, la economía y la cultura (los ámbitos en los que un individuo puede dejar constancia de su nombre: en eso consiste el machismo), las mujeres han conservado siempre cierta preponderancia en el campo anónimo de la familia y el hogar. Naturalmente, gran número de ellas habrían preferido poder despuntar en parcelas más vistosas y ya iba siendo hora de que se les abriera dicha posibilidad, pero eso no significa que el famoso “en casa manda ella” sea un cinismo varonil ni que el rol en que se encasillaba a las mujeres no fuera interiorizado por éstas y les proporcionara algún tipo de realización personal en el reducto que desde pequeñas les habían enseñado que era el suyo. El matrimonio, la institución que ha moldeado las relaciones sentimentales en Occidente, está cortado por el patrón femenino. Se basa en dos principios evidentemente interrelacionados, la fidelidad y la maternidad/paternidad, que, al menos en los tiempos modernos, no son prioridades de los hombres sino de las mujeres. Ellos tenían otros muchos campos donde realizarse, pero su mayor dependencia del sexo y la compañía han permitido que ellas, aunque poniendo de su parte una buena dosis de abnegación, hayan seguido ejerciendo el poder en las parcelas que, por biología o por educación (lo sabremos cuando desentrañemos el funcionamiento del cerebro), siempre han juzgado las más importantes de su vida. En nuestros días, las mujeres por fin ven reconocido su derecho a destacar en lo profesional y a liberarse en lo sexual, pero las que no sienten interés por tales estímulos continúan teniendo a San Valentín de su parte. Gracias a su superioridad en la relación de fuerzas del amor, seguirán determinando un tipo de familia que sin duda sería de otra manera si los hombres tuvieran realmente la sartén por el mango.
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Referencias y contextualización El 5 de febrero, festividad de Santa Águeda, muchos pueblos de Castilla y León celebran una jornada en la que las mujeres simbólicamente "mandan por un día". El 14 de febrero se conmemora la onomástica de San Valentín, patrono secular del amor. Otro artículo sobre el machismo y el papel de las mujeres es "El rol femenino". Y uno sobre las relaciones sentimentales aprovechando la celebración del 14 de febrero "Postal de San Valentín". |
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