11 marzo 2012
Violencia contra nadie
 

 

Esto de la alternancia democrática, que en otros tiempos se llamaba turnismo caciquil pero a efectos prácticos es lo mismo, quita mucho peso de encima a quienes nos dedicamos a sostener columnas de opinión. Debates como el del aborto pasan intactos de una legislatura a la siguiente, con el PP y el PSOE intercambiándose los papeles pero empeñándose desde ambos en no entrar en el fondo de la cuestión. Así que uno sólo tiene que repescar cosas que ya ha escrito, y acaso afilar el bisturí para desbrozar esa tesis de la violencia estructural contra las embarazadas tan hábilmente trenzada por Gallardón.

El festón neoclásico que ha tallado el ministro de Justicia refundiendo elementos de estilo antiguo tiene tan poco fuste como las inverificables teorías socioculturales con que el feminismo y la izquierda explican crímenes estrictamente individuales y viscerales. A la mujer que aborta le induce la misma violencia estructural que empuja a cualquier ciudadano a renunciar a un proyecto o un capricho por comodidad, por apreturas económicas, por dar prioridad a su promoción profesional o por la presión de sus allegados. En cualquier caso, siempre por cierto grado de conveniencia.

Todos, como individuos y no como grupos de edad o sexo, estamos constreñidos por nuestros condicionantes externos e internos y por lo limitado del abanico de opciones, pero no lo llamamos violencia, ni nos sobreponemos a ello y cambiamos nuestra elección sólo por que el Gobierno nos apoye en el aprieto. Partiendo de que la libertad es un imposible biológico, abortar entra dentro de lo que convencionalmente se considera una decisión libre.

Puesto que no hay violencia sobre la mujer, la clave es si se ejerce contra otro ser humano; en función de eso, procederá o no hablar del aborto como un derecho, porque nuestro ordenamiento no contempla el derecho al asesinato. Y ahí volvemos al no-debate de siempre. Los proabortistas dan por hecho que el embrión no es un ser humano y los antiabortistas que sí, pero nadie se molesta en argumentarlo. Para esclarecer el asunto, es imprescindible concertar primero qué es lo que hace humano al ser humano: si la capacidad de pensar, la de hablar o la de sentir. Una vez fijado y consagrado legalmente el concepto, el embrión lo será desde el momento en que desarrolla los órganos que le facultan para realizar dicha actividad.

Pongamos donde pongamos la frontera, el proceso empieza en la casi-nada, la unión de dos células, y es gradual, y, por tanto, más propio de regular mediante una ley de plazos. La otra opción es considerar que la naturaleza humana radica en la genética, que, aunque susceptible de sufrir mutaciones, ciertamente está definida ya desde la concepción. Sólo que en ese caso habría que cuidar también celosa y prolongadamente de los cadáveres, donde el ADN, que precede y trasciende a la existencia, pervive durante miles de años.

Sin embargo, me parece que el PP, y en general todos los que defienden una prohibición del aborto salvo en supuestos excepcionales, también asumen de algún modo que los embriones no son humanos de verdad; si lo fueran, no se justificaría su asesinato sólo por presentar malformaciones o ser consecuencia de una violación, y en caso de peligro de muerte para la madre habría que echarlo a cara o cruz. Que no simulen, pues, que en el aborto se ejerce una violencia contra dos seres, cuyos derechos hay que conciliar en lo posible; saben de sobra que, al menos en los primeros meses del embarazo, no la hay contra ninguno.

 

 

 

Referencias y contextualización

El miércoles 7, en respuesta a una pregunta parlamentaria, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, defendió su ya anunciada reforma de la ley del aborto asegurando que las mujeres que interrumpen su embarazo están sometidas a una "violencia estructural" (en analogía con la de género) por las presiones que reciben de su entorno, de las empresas que podrían despedirlas o de sus estrecheces económicas.

Una crítica de la tesis de la izquierda y el feminismo de que la llamada violencia de género es consecuencia del machismo sociocultural es "La violencia machista no es machista", publicada en Periodista Digital. Una argumentación de 2001 de por qué la libertad individual es biológicamente imposible se puede leer en "Sobre el determinismo" y dos intentos de dilucidar la naturaleza del embrión en "Por qué un embrión no es un ser humano" y "Heráclito y el aborto", ambos publicados en Periodista Digital.

 

 

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