12 enero 2011
El club de la lucha
 

 

Los etarras son tan torpes, anacrónicos y tocapelotas que, tras demorar varios meses su comunicado de alto el fuego (euskoeufemismo de “bandera blanca”, insuficiente porque ahora ya queremos verla ondear con todas las letras), desquiciando a los líderes sensatos de Batasuna y sembrando sanas dudas en la judicatura sobre si, después de todo, va a resultar que la banda y el partido no son la misma cosa, han decidido vomitarlo en pleno reflujo de la ley del tabaco.

El Gobierno esperaba imponerla por la fuerza y luego mantener callada a media sociedad gracias al nuevo impuesto revolucionario a la cajetilla, las amenazas a los bares y los chivatazos de los no fumadores ávidos de revancha tras 40 años de tiranía. Así, contaba con que, cuando llegara marzo de 2012, los malos humos de las víctimas se habrían diluido con tanta facilidad como los de un cigarrilo en un parque infantil. Pero, una vez publicitados los primeros casos de rebeldía entre los hosteleros (que son los más difíciles), convocadas movilizaciones como la del próximo viernes en Valladolid y divulgado algún sondeo sorprendentemente contrario a la ley, la semilla de la resistencia tiene posibilidades de germinar. Más le vale a ETA no acaparar ahora el debate social, que se había volcado en este tema, o terminaré creyendo a Mayor Oreja cuando dice que la banda se propone ayudar a Zapatero a ganar las elecciones generales.

Admito que mis cuatro pitillos al día encienden en parte mi entusiasmo por la insumisión de los hosteleros, pero juro por la nicotina que también lo hace, en igual proporción, la misma aversión a la irracionalidad por la que defiendo el matrimonio gay sin ser homosexual. Y es que esta ley, junto a su loable propósito de proteger a los camareros del humo (aunque sin consultarles si temen más al cáncer o al paro), extiende absurdamente la prohibición a locales donde no tendría por qué haber fumadores pasivos.

Que no se pierdan los hosteleros amenazando con despidos artificiales, cuando ya ejercen suficiente presión los que se producirían de forma natural. La reivindicación de que se facilite la conversión del bar que lo desee en club de fumadores va a medir hasta dónde llega la honestidad de los antitabaquistas y dónde empieza su mala uva (por ejemplo, la de quienes piden multar al “listillo” del antiguo bar vallisoletano El Don, hoy convertido en sociedad gastronómica). Cuando los no fumadores ya no luchan por su salud sino por que no se pueda fumar en ningún sitio, pasan de ser las víctimas a los verdugos que fomentan que nos demos de hostias.

 
 

 

Referencias y contextualización

El club de la lucha es una película de 1999 sobre un grupo de hombres que fundan un club para pelearse lúdicamente entre sí. El lunes 10, la banda terrorista ETA hizo público un comunicado en el que declaraba un alto el fuego permanente y verificable por la comunidad internacional, que se venía anunciando durante meses por la debilidad de la banda, muy diezmada por los Cuerpos de Seguridad, y la inminencia de las elecciones municipales de mayo, a las que su brazo político, Batasuna, no podría presentarse mientras existiera el terrorismo y no lo condenara expresamente. La razón de la ilegalización de Batasuna eran las sentencias judiciales que habían establecido que formaba parte del entramado de ETA, una interpretación criticada en artículos como "Ilegalizaciones concéntricas". El Gobierno y todas las fuerzas políticas calificaron el comunicado de "insuficiente", porque, después de la tregua de 2006 y su ruptura por la banda, ya sólo iban a aceptar su disolución. Sin embargo, el ex ministro del Interior y eurodiputado del PP, Jaime Mayor Oreja, sostenía que el Gobierno y ETA ya tenían planificada una agenda para legalizar Batasuna a cambio de que la banda desapareciera y proporcionara así al PSOE una buena baza electoral de cara a los comicios de 2012.

Al mismo tiempo, la ley del tabaco aprobada por el Gobierno y que había entrado en vigor el 2 de enero (ya criticada en "Integrismo e incongruencia"), había provocado ya varios casos de insumisión en algunos bares y restaurantes de España, que temían que la prohibición de fumar en ellos (también en algunos lugares al aire libre, como los parques infantiles) les restara gran parte de su clientela y obligara a despedir a muchos trabajadores; en unas polémicas declaraciones, la ministra de Sanidad, Leire Pajín, había sugerido a los no fumadores que denunciaran estos incumplimientos de la norma.

Apenas un mes antes, el Ejecutivo había incrementado también el impuesto sobre el tabaco, provocando un notable aumento del precio de la cajetilla. El viernes 14 se había convocado una movilización de los hosteleros de Valladolid, junto a los de otras ciudades de España, y algunos habían amenazado con despedir un trabajador por negocio para instigar al Gobierno a retirar la ley. Otra posibilidad que estaban tanteando algunos bares, como el vallisoletano "El Don", era transformarse en clubes de fumadores o sociedades gastronómicas, posibilidades contempladas por la norma siempre y cuando fueran asociaciones sin ánimo de lucro (la "mala uva" a la que se refiere el artículo se puede constatar, por ejemplo, en los comentarios de los internautas a esta noticia). En algunos bares de España, los primeros días de la ley habían registrado altercados violentos entre fumadores y no fumadores.

 

 

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