2 febrero 2005
La Iglesia como interlocutor social
 

Braulio Rodríguez tiene razón al pedir que se desdramaticen las palabras del Papa sobre España. Al margen de que es cierto que el ámbito propio de la religión no es el privado sino el público (ya lo demuestra cada día Al Zarqaui), cualquier persona o colectivo con poder de influencia está deseando y tiene derecho a exponer sus argumentos. El problema no es que la Iglesia opine sino que, si quiere zafarse de la clásica distinción entre razón y fe, si rechaza que el laicismo se erija en “la voz única de la racionalidad” y aspira a que se la admita como interlocutor social, lo menos que se la puede pedir es que demuestre las premisas de que parte y que concatene sus razonamientos, como todo el mundo. La Iglesia no razona nada; presupone a Dios y el derecho a ser su intérprete y portavoz, y traslada las órdenes que no sabemos si ha promulgado una autoridad que no sabemos si existe. Sin llegarla a exigir que condene la violencia del tsunami navideño, creo que tenemos derecho a conocer hasta qué punto el mensaje del brazo político representa la actitud del brazo armado.

Si los designios divinos no pueden entenderse desde la lógica humana, entonces no sabemos si el tsunami pretendía probar nuestra solidaridad, como sugirió el Papa a los pocos días (mentalidad sospechosamente humana ésa de someter a la gente a pruebas), ni tampoco si Dios deplora el laicismo, defiende una determinada moral o delega poderes en la Virgen, según insinuó a los obispos. Por cierto, ¿puede alguien explicarme qué coño quiere decir que “España es tierra de María”?

Toda la autoridad de la Iglesia radica en que habla en nombre de un ser superior, pero, paradójicamente, sólo podría aceptársela como interlocutor social si lo hiciera en el suyo propio y sin basar sus argumentos en palabrería del estilo de voluntad de Dios, amor de Cristo, unión en el Espíritu o fuerza del Santísimo Sacramento, que, mientras no haya pruebas, no significa nada. La indigencia argumental en ningún caso puede enjuagarse en el gran número de seguidores que arrastra, que además no sería tan alto si tenermos en cuenta que el Papa dijo que la eucaristía es una exigencia del cristiano, y todos sabemos que la profunda tradición católica que llamó a mantener viva está llena de falsos acólitos que cuando los bautizaron eran demasiado pequeños para defenderse pero llevan años sin ir a misa.

Claro que la Iglesia puede intervenir en el ágora de la razón, pero no sustentar su discurso en la fe. Porque, a quien se vanagloria de creer sin ver, que es como decir “yo es que soy tonto y además me gusta ser tonto”, honestamente no creo que se le pueda tomar como interlocutor válido.

 

 

Referencias y contextualización

El arzobispo de Valladolid, Braulio Rodríguez, restó importancia a la polémica que había causado el discurso del Papa Juan Pablo II a los obispos españoles en su visita ad limina del lunes 24 de enero, y en el que mencionó la promoción del laicismo que, con el consiguiente perjuicio y desprecio hacia la religión, estaba abanderando el Gobierno socialista. Braulio Rodríguez recomendó que el texto se leyera íntegro para evitar las descontextualizaciones de los resúmenes periodísticos, pidió que no se dramatizara y, en su carta pastoral del 30 de enero, negó que hubiera habido ningún tipo de crítica hacia el PSOE por parte del pontífice, que simplemente se habría limitado a constatar una situación, con unos cambios sociales y unas dificultades objetivas. A pesar de que los miembros del Gobierno también habían tratado de quitar hierro al asunto, el incidente había engordado un poco más la polémica sobre el supuesto anticlericalismo del PSOE y el despecho de sectores cristianos que se quejaban de que la Iglesia era el único colectivo al que no se le dejaba opinar.

Juan Pablo II denunció literalmente en su discurso del 24 de enero que el laicismo intentara presentarse a veces como "la voz única de la racionalidad", advirtió de que ello había aumentado la permisividad moral, dijo que la eucaristía debe ser una exigencia para todo cristiano, ensalzó la profunda tradición católica de España, comentó el gran número de padres de familia que querrían que sus hijos estudiaran Religión (sobre este tema, ver "La vuelta al cole") y terminó su discurso encomendando a los obispos a la protección mariana, porque "España es tierra de María". En diferentes momentos de su alocución mencionó directa o indirectamente todos los conceptos teológicos que se recogen en cursiva en este artículo.

En las Navidades de 2004, un tsunami o maremoto ocasionado por un temblor tectónico en la isla de Sumatra había causado 150.000 muertos (al final la cifra casi llegó a duplicarse) en el litoral de Indonesia, Sri Lanka y otros países de la zona. Por estas mismas fechas, la opinión pública española se preguntaba si los indicios de un cambio de postura por parte del entorno político abertzale en dirección a la apuesta exclusiva por la negociación pacífica serían representativos de un compromiso de ETA, ya que ésta había seguido colocando artefactos explosivos en diversas partes de España, aunque sin provocar víctimas mortales. Al Zarqaui era el autoproclamado líder de Al Qaeda en Irak; los constantes atentados de los terroristas islámicos trataban de boicotear el establecimiento de una democracia al estilo occidental en este país. Acerca de la Guerra de Irak (2003), ver "Los dos mundos" y siguientes.

Otro artículo escéptico acerca de la existencia de Dios es "Perdonad".

 

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