9 junio 2010
La provincia y otros lastres superfluos
 

 

El destino a veces es tremendamente irónico. Después de haber tolerado durante años la ineficacia, la frivolidad o la insustancialidad de un sujeto u objeto, de repente lo pone en entredicho y lo declara un lastre superfluo en el momento en que menos se esperaba y por la contingencia de la que menos culpa tenía.

El debate que ha abierto Pepe Blanco sobre las diputaciones provinciales debía haberse suscitado hace años por pura racionalidad, pero es ahora cuando atisbamos por la ranura de la hucha que nos sobra algún nivel administrativo. Claro, que no se sabe si son las provincias o las comunidades, porque éstas podrían atender los servicios supramunicipales tras difuminar las fronteras provinciales, pero las competencias que en su día se traspasaron a 17 también podrían redistribuirse entre 50. En todo caso, desde que es ministro Blanco rara vez pierde el norte. La pena es que no lleve la cartera de Economía en lugar de la de Fomento; tras meter mano a los controladores aéreos, es el único de quien podríamos esperar que tuviera huevos para exigir por una vez algo a los bancos.

Por saneamiento intelectual más que económico, otro lastre superfluo es, sin duda, el Ministerio de Igualdad. No porque la masturbación sea algo indigno de enseñar, como traslucen los populares cuando les sale el ramalazo puritano, sino porque las adolescentes ya se saben el temario literalmente al dedillo. Sólo le pido a Isabel Carrasco que sea paciente y repare en lo doloroso de suprimir Igualdad justo ahora que, por fin, empieza a darse cuenta de que los asesinatos de mujeres son más por imitación que por machismo.

Pero si alguien ha exhibido sus limitaciones por una coyuntura ajena, hasta parecer la personificación del lastre superfluo, ése es Zapatero. Se adormiló como todos los gobiernos al runrún del motor inmobiliario que impulsaba la economía, pero es ahora cuando lo paga, por una desconfianza de los inversores hacia la deuda española que parece aún más sobreinterpretada que las implacables diatribas del PP. A base de sembrar dudas sobre el euro, los mercados han logrado que la anunciada reforma para evitar más excesos del capitalismo acabe siendo sólo para soltar lastre socialdemócrata. Sí, el destino a veces es tremendamente irónico.


 
 

 

Referencias y contextualización

El lunes 7, diversos dirigentes del PP de Castilla y León replicaron con dureza a la propuesta del ministro de Fomento, José Blanco, de revisar la utilidad de las administraciones provinciales. La presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, añadió a las críticas a Blanco, de quien dijo que había perdido el norte, vilipendios a la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, por promover un taller sobre sexualidad y masturbación entre las adolescentes. Ese mismo día, Igualdad anunció que se plantearía si algunos maltratadores asesinaban a sus mujeres por imitación; una tesis ya apuntada en enero de 2008 por Kiko Rosique en el artículo "La violencia como moda".

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, estaba en este momento muy cuestionado, por el PP y sus medios afines pero también por los propios miembros del PSOE. En la línea del resto de gobiernos europeos, decididos a reducir el déficit público para mejorar la credibilidad del euro puesta en duda por los mercados financieros tras la crisis de la deuda griega,, había anunciado un recorte del salario de los funcionarios, una congelación de las pensiones y una reforma laboral que se preveía que abarataría el despido. Otro artículo irónico recordando la supuesta reforma del capitalismo que anunciaron los gobiernos cuando estalló la crisis económica es "El capitalismo se refunda".

 

 

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