8 octubre 2008 |
Los bancos, únicos responsables de sus riesgos |
Sé de gente que, recelosa de los duros a cuatro pesetas, no se planteó jamás poner su dinero en aparentes bicocas como Fórum Filatélico o Gescartera, que siguió con distancia y despreocupación las noticias de ambos descalabros, y que, sin embargo, acaba de enterarse para su perplejidad de que la llamada banca tradicional tampoco le garantizaba más que 20.000 euros de sus depósitos. Esto es, de que las entidades serias y venerables que no les iban a dar liebres pero tampoco gatos, las que acumulan ceros a diestra y siniestra de la coma en el interés de la cuenta corriente y en cambio cobran comisiones hasta por el mantenimiento de la tarjeta de crédito, como si hubiera que darla de comer, no les ofrecía en compensación ninguna seguridad para sus ahorros, más allá de esa cantidad que todos los gobiernos de la UE acaban de descubrir que es irrisoria. La estupefacción y sensación de desamparo de dichas personas me parece muy comprensible. Desde luego, mucho más que el disparate conceptual de que, en una relación profesional cuyo mecanismo consiste precisamente en que A guarda el dinero de B y le cobra por ello, A pueda arriesgar por su cuenta ese dinero y luego se quede con toda la plusvalía si le va bien y no tenga obligación de devolver a B hasta el último céntimo si equivoca la inversión. La grave anomalía tiene una solución bien sencilla, que no puede aplicarse con cargo al erario público que financiamos todos, ni tampoco limitar su aplicación a las coyunturas puntuales en las que hay que tranquilizar a los ciudadanos para evitar que arruinen el sistema entrando a saco en la sucursal más próxima y cobijando su dinero bajo el calor hogareño de la baldosa o el calcetín. Si hasta ahora las entidades financieras debían detraer una ínfima parte de sus ingresos (hacia el 0,5 por mil) para proveer el Fondo de Garantía de Depósitos que aseguraba esos míseros 20.000 euros a los clientes de la que se declarase en quiebra, pues, sencillamente, que a partir de ahora, para prevenir futuras crisis, multipliquen dicha contribución por 10 o por 20 y les garanticen, no 50.000 ni 100.000, sino una protección total y vitalicia ante tales eventualidades. Es una simple cuestión de justicia y lógica empresarial que los bancos, sacrificando un porcentaje de sus beneficios, se hagan responsables del dinero que tienen encomendado y asuman íntegramente el riesgo de unas inversiones que los ciudadanos en ningún momento les han autorizado a emprender con sus ahorros.
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Referencias y contextualización La crisis crediticia y las quiebras de varios bancos internacionales en las últimas semanas suscitaron la preocupación de los ciudadanos sobre la seguridad de sus ahorros, que, en España, hasta entonces se limitaba a los 20.000 euros que les aseguraba el Fondo de Garantía de Depósitos. Para salir al frente de dichos temores, que amenazaban con descapitalizar a los bancos, la Comisión Europea acordó el martes 7 elevar hasta 50.000 euros el saldo garantizado por cada titular y entidad, y el Gobierno español anunció que, por su parte, lo situaría en 100.000 euros, gracias a un fondo con cargo al Tesoro Público. Los fraudes de Fórum Filatélico y Gescartera tuvieron mucha resonancia en Valladolid; el primero, por tratarse de una empresa muy arraigada en la capital castellanoleonesa, patrocinador de su equipo de baloncesto, y el segundo por haber estado a punto de atrapar al Arzobispado, que tenía un fondo abierto en la entidad. Otros artículos sobre la crisis económica en España son "Yo quiero ser constructor", "Eso no es la crisis ", y, en tono paródico, "Inyecciones de liquidez". Contra el derecho de empresarios y autónomos a recibir subvenciones con cargo al erario público se escribió "Cartillas de racionamiento" y contra el abuso impune de los bancos en su tendencia a cobrar por servicios ridículos se escribió "A los bancos, cheque en blanco".
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