19 noviembre 2003
Como yo no soy vasco
 

 

Como yo no soy vasco, sino que tuve la inmensa suerte de nacer en una zona carente de conciencia regional, no me entra en la cabeza que alguien dedique un minuto de su tiempo a una memez como las patrias. No entiendo qué neurosis empuja a la parte más rica de España a enterrar su prosperidad bajo un trapo de colores, qué le merece la pena cambiar, en qué estrecho establo pretende encerrarse ahora que se tiende a derribar fronteras. Pero a la vez asumo que ése no es mi problema, que el mundo está pensado para que seamos de un sitio, que al final se trata de elegir entre Euskadi y España y que esa decisión les compete exclusivamente a ellos.

Como yo no soy vasco, me repatean los sarpullidos de victimismo sobreinterpretado, el maniqueísmo racista, la insolidaridad, la manía persecutoria de la comunidad más autónoma de Europa. Llevaría a juicio el Concierto Económico, la atracción ventajista de capitales y la política educativa y lingüística que impone una reliquia a sus ciudadanos y levanta un muro contra los de fuera. Pero me resulta sospechoso que hayamos tragado todo con tal de mantenerlos en el redil y ahora exijamos contrapartidas, que nos arroguemos el derecho a dictaminar qué grado de autonomía es suficiente, que también nosotros volvamos la vista atrás y nos empeñemos en confundir a Arzalluz con un lehendakari que no apela a los ancestros sino que se limita a mirar a la cámara y pregunta a quién le molesta que decidan lo que quieren ser.

Como yo no soy vasco, ni se me ocurre comparar la gravedad de unas aspiraciones nacionales con la de la tragedia real de las víctimas de la mafia y el terrorismo. Creo que lo único que importa es acabar con ETA y su entorno, ilegalizando a quien sea, porque nada es pertinente al lado de esa salvajada que sólo ha cedido cuando se la ha combatido con eficacia en todos los frentes. Pero me pregunto por qué necesitamos mantener viva a la banda cuando ya no es más que un cero a la izquierda, un árbol sin nueces, un lastre en el viaje del nacionalismo no violento.

Como yo no soy vasco, me gustaría creer que las cosas seguirán igual, que no se revocará la Constitución sin una propuesta humanamente mejor, que la gente inteligente de allí pasa de Euskadi y pasa de España. Pero la mecha ha sido prendida y, si el PNV sigue adelante y moviliza a la sociedad contra una eventual sentencia del Tribunal Constitucional, no será con mis impuestos con los que se financie una carnicería bélica en aras de la unidad del Estado.

 

 

Referencias y contextualización

Este artículo es complemento del anterior, "Si yo fuera vasco".

La política seguida por el Gobierno vasco de subvencionar a las empresas extranjeras que se establecieran en su territorio ya había sido amonestada por la Unión Europea. Según lo que trascendió de una entrevista entre Xabier Arzalluz y los líderes de la banda terrorista ETA, el líder del PNV llegó a afirmar que no conocía ninguna nación que hubiera alcanzado su independencia sin que unos agitaran el árbol y otros recogieran las nueces. El Gobierno acababa de presentar un recurso de inconstitucional contra el Plan Ibarretxe.

La aprobación del Plan Ibarretxe en el Parlamento vasco el 30 de diciembre de 2004 y las perspectivas que abría para el año 2005 se recogen en "El combate del año", "Persuasiones paralelas" y "Ladrando a la luna de la ilegalidad". Sobre los resultados de las elecciones autonómicas de 2005 se habla en "El verdadero frentismo vasco".

 

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