19 enero 2005
Persuasiones paralelas
 

Últimamente, a Ángel Villalba se le ve muy ufano con el neologismo de gobierno paralelo que se ha autoconcedido en virtud de la incomparable influencia que posee en Madrid. La Junta perdió su capacidad de defender los intereses regionales por anteponer los del partido, pero nos queda la persuasión simultánea de Villalba, que es libre y tiene un gran ascendiente. Si no fuera porque siempre que leo sus bravuconadas me acuerdo del refrán “Dime de lo que te jactas y te diré de lo que careces”, habría llegado a pensar que no es él quien imita puntualmente los vaivenes del PSOE ante el Plan Ibarretxe sino sus pupilos de Ferraz los que esperan a ver qué dice Villalba para decidir a qué carta se quedan.

Al líder del PSCyL le aguarda un papelón tan poco verosímil como el que le tocó en el pulso salmantino ahora que Zapatero ha optado por la carta de Rajoy. Un tremendo error: el PNV lo va a tener a huevo para reconstruir el acrónimo de PPSOE con el que hizo añicos la imagen cabal de Redondo-Terreros. El odio de muchos nacionalistas e izquierdistas al PP es acrítico y pueril pero, si Zapatero pretendía frenar el Plan reclutando a votantes del PNV, EA e IU en las autonómicas vascas, lo que menos importaba era la mayoría de españoles que le pedían un acercamiento al “otro gran partido nacional”. Por puro pragmatismo, su acción debía ser autónoma y paralela, aprovechando el poder de persuasión que le queda al socialismo en Euskadi. La partida, como por otra parte es lógico, se juega allí, y para comprender que los vascos ven las cosas de forma muy distinta a como las vemos aquí, sólo hace falta comparar la popularidad que tenía Mayor Oreja en un sitio y otro.

El Plan no prosperaría en referéndum porque perdería en Álava, pero eso da igual, porque sus efectos no van a ser jurídicos sino psicológicos. Y, si Zapatero quiere impedir la imprevisible euforia de la movilización social en que el PNV y Batasuna se encaramarían tras una victoria en el conjunto de Euskadi, los constitucionales tienen que ganar las autonómicas. Ibarretxe no es ningún victimista: se confía a una legitimidad democrática que no admite réplica y es ahí donde hay que derrotarle. Convenciendo a los nacionalistas moderados de que este cisco frívolo, independentista o no, no merece la pena. Después, ya no se podrá desautorizar por inaceptable e innegociable a un líder ratificado y la legalidad requerirá la persuasión paralela de la represión.

 

 

Referencias y contextualización

El secretario general del Partido Socialista de Castilla y León, Ángel Villalba, reiteró en varias ocasiones esta semana que, debido a la estrategia del PP regional de hostigar al Gobierno central socialista sirviendo así a los intereses del partido estatal, el PSCyL estaba haciendo las veces de "gobierno paralelo" negociando con los ministros las medidas concernientes a la comunidad. En relación al Plan Ibarretxe, el viernes 14 Villalba secundó milimétricamente el viraje de Rodríguez Zapatero, que ese mismo día se comprometió en una entrevista con Mariano Rajoy a no reformar ningún estatuto de autonomía sin contar con la aprobación del Partido Popular. Anteriormente, Villalba también había seguido puntualmente la posición del PSOE reclamando al PP que saliera de su inmovilismo. El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, calificó el martes 17 de "servilismo puro y duro a Ferraz" la actitud de los socialistas de la comunidad.

A las elecciones autonómicas vascas de mayo de 2001 (ver "13 de mayo"), el PP y el PSOE se presentaron en un ambiente de evidente concordia que fue contrarrestado con éxito desde las filas nacionalistas, que consideraron que el líder de los socialistas vascos, Nicolás Redondo Terreros, hacía seguidismo de las tesis del popular Jaime Mayor Oreja, muy bien valorado según las encuestas en España pero todo lo contrario en el País Vasco.

Sobre el primer anuncio del Plan Ibarretxe, en septiembre de 2002, ver "Después de la ilegalización". Sobre su presentación en el Parlamento vasco un año más tarde, ver el díptico compuesto por "Si yo fuera vasco" y "Como yo no soy vasco". Otros artículos escépticos sobre la autoridad de la legalidad para resolver estos conflictos son "En torno al decisionismo" y "Ladrando a la luna de la ilegalidad". Las elecciones de abril de 2005, en las que Ibarretxe no consiguió ver refrendado su Plan, y en las que obtuvo un gran éxito el Partido Comunista de las Tierras Vascas dando voz a la ilegalizada Batasuna se comentan en "El verdadero frentismo vasco".

 

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