12 noviembre 2003 |
Si yo fuera vasco |
Si yo fuera vasco, nacionalista moderado, arraigado en mi tierra y exento de las amenazas de ETA, seguramente no entendería por qué el Plan Ibarretxe es una “traición”, un “engaño”, un “disparate” o un “terrible sarcasmo”. No acabaría de adivinar cómo se hilan esos razonamientos que concluyen que sólo la Constitución garantiza la convivencia, que cualquier aspiración cabe en el Estatuto y que el Plan es excluyente y desoye la voluntad de media población en mayor medida que las elecciones a la Asamblea de Madrid. Si yo fuera vasco, me dejarían de piedra las burlas por el hecho de que Euskadi sea más pequeño que tal o cual región que no tienen tantas ínfulas de grandeza y Estado Libre Asociado la denominación jurídica que ostenta Puerto Rico. No comprendería qué visceral inquina movería a los españoles a vetar nuestra entrada en Europa, a nuestra selección de fútbol y a nuestras empresas y supermercados en caso de que nos independizáramos. Me dolería en lo más íntimo tanta persecución, tanto reproche, tantas leyes pensadas para nosotros, tanta demostración de que cualquier propuesta política o cinematográfica que salga del nacionalismo va a estar condenada antes de nacer. Me quedaría estupefacto al oír que el único sujeto de decisión válido son todos los españoles, que la unidad de España es un valor defendible en sí mismo, que la mitología de Sabino Arana es más falsa que la de Ramón Menéndez Pidal. Si yo fuera vasco, reconocería que la agonía de ETA se debe a una serie de circunstancias y aciertos que se han dado y logrado durante el Gobierno del PP, y me alegraría de que esté cerca el fin de la aberración para muchos ciudadanos inocentes, pero posiblemente también tendría algún amigo abertzale y pensaría que no vale con la policía, que hay un asunto de fondo que merece ser debatido y no tachado burdamente de “anticonstitucional”. Me parecería muy loable que el Plan se autoexija para salir adelante la ausencia de violencia y su aprobación en los tres territorios, y me resultaría sospechoso que nadie recuerde que al referéndum también están convocados los exiliados que hayan estado empadronados allí. Por supuesto, no me empeñaría en buscar una oscura astucia diabólica detrás del talante afable de Juan José Ibarretxe. Si yo fuera vasco, no acertaría a atisbar para qué “intereses de los castellanos y leoneses” es “inoportuno y lesivo” respetar la voluntad de los treviñeses, ni qué pinta en este embrollo un recurso de la Junta de Castilla y León.
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Referencias y contextualización El 25 de octubre de 2003, el Parlamento vasco aprobó en reunión extraordinaria la Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi, conocida popularmente como el Plan Ibarretxe. El Plan había sido anunciado el 27 de septiembre de 2002 (sobre su tratamiento entonces, ver "Después de la ilegalización"), y aventuraba el establecimiento del País Vasco como un Estado Libre Asociado voluntariamente a España, planeaba someterse a referéndum entre la población vasca (incluidos los que hubieran estado empadronados allí y ya no lo estuvieran, por ejemplo los exiliados por la amenaza terrorista) en caso de que ETA dejara de atentar, y sólo saldría adelante en caso de ser aprobado en cada uno de los tres territorios históricos, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. "Traición", "engaño", "disparate" o "terrible sarcasmo" son algunos de los primeros adjetivos con los que le calificaron destacados miembros del Gobierno central, y columnistas conservadores como los de ABC y La razón solían señalar la insignificancia en superficie del País Vasco en comparación con otras regiones menos reivindicativas, y que "Estado Libre Asociado" era el estatus jurídico que tenía la supuesta "república bananera" de Puerto Rico. También se barajaban las medidas que podría tomar España en represalia, como vetar la entrada de Euskadi en Europa, la presencia de sus selecciones deportivas en las competiciones internacionales y el boicot comercial a las empresas vascas que vendieran en el mercado español. La repetición de las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid dio la victoria por estrecho margen al PP sobre el PSOE. La Ley de Partidos fue aprobada en el Congreso de los Diputados por estos dos partidos expresamente para ilegalizar Batasuna. El documental de Julio Médem La pelota vasca había sido desautorizada e incluso tratada de retirar por el Gobierno en el Festival de Cine de San Sebastián por su orientación nacionalista, a pesar de que por entonces ninguno de sus miembros la había visto (un comentario más específico de esta película se encuentra en "'La pelota vasca' y el frontón español". La Junta de Castilla y León presentó un recurso particular al Plan Ibarretxe (el Gobierno central ya había interpuesto uno de inconstitucionalidad) y su presidente Juan Vicente Herrera había caificado de "inoportuno y lesivo para los intereses de los castellanos y leoneses" las aspiraciones vascas de anexionar el Condado de Treviño (sobre este tema, ver también "Demostremos"). Este artículo tiene su complemento en el siguiente, titulado en contraposición "Como yo no soy vasco". La aprobación del Plan Ibarretxe por el Parlamento vasco el 30 de diciembre de 2004 y las perspectivas que abría para el año 2005 se recogen en "El combate del año" y "Persuasiones paralelas". |
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