3 octubre 2007 |
Ibarretxe saca la cabeza |
Tenía parte de razón José Blanco cuando el lunes dijo en Valladolid que lo que pretende Ibarretxe recuperando su referéndum es “sacar la cabeza”. Pero no para apuntalar su candidatura a unas elecciones autonómicas para las que todavía quedan 20 meses. Ibarretxe saca la cabeza porque durante dos años los socialistas le han robado el protagonismo negociando con la izquierda abertzale, en un proceso que, de llegar a buen puerto, habría puesto fin al terrorismo y posiblemente culminado en un pacto electoral para desalojar al PNV de Ajuria Enea. No lo hizo, y ahora el lehendakari se siente en disposición de retomar la iniciativa. Así de simple. Es tan fútil y desorientado atribuir el retorno del Plan Ibarrexe a la complacencia de Zapatero con los nacionalismos como recordar que la iniciativa surgió cuando gobernaba el PP. Un político dispone de un tiempo limitado para grabar su nombre en la Historia y la apuesta personal del líder del PNV es este referéndum, que saca a colación cuando la coyuntura se lo aconseja: en 2002 para aprovechar la ilegalización de Batasuna y atraer al electorado abertzale, y ahora, tras derrapar Zapatero en su propia autopista hacia el cielo, para rentabilizar el desencanto del fin de la tregua, que a él no le ha desgastado. Puede que los abertzales, una vez frustrada la baza socialista, traten de sumarse a la iniciativa, si ven algo que ganar en ello. Pero se equivocará el Gobierno si la combate escudándose en la legalidad vigente y mucho más el PP si se enfrenta al nacionalismo vasco enfundándose en el español. La pregunta sobre el derecho a decidir, aunque tramposa (el hecho de plantearla ya lo concede de facto), adula al interpelado y se basa en una legitimidad, la democrática, mucho más simpática que la que sacraliza la Constitución, que es imposible disimular que sirve de excusa para perpetuar el statu quo e impedir cualquier otra opción. Y, para criticar con autoridad y fundamento a los nacionalismos, hace falta aceptar al mismo tiempo que no pasaría nada porque se rompiera España. Prohibir la consulta crearía un héroe y movilizaría a un electorado que en 2005 le retiró 140.000 votos en unos comicios que se celebraron con el propio referéndum de trasfondo. Sería mucho más inteligente permitirla tras exponer claramente la falacia del concepto nación, los riesgos comerciales y diplomáticos que conlleva la independencia y que el derecho a decidir, si se proclama, asiste también a cada uno de los municipios de Euskadi, comunidades tan reales o irreales como el llamado pueblo vasco.
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Referencias y contextualización El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, aseguró el lunes 1 en Valladolid, antes de reunirse con la directiva socialista en Castilla y León, que lo único que le importa a Juan José Ibarretxe es "sacar la cabeza para tratar de conseguir un puñado de votos" y garantizar su candidatura a lehendakari". Sobre el anuncio del Plan Ibarretxe en septiembre de 2002, puede leerse en "Después de la ilegalización", sobre su aprobación por el Parlamento vasco un año después el díptico compuesto por "Si yo fuera vasco" y "Como yo no soy vasco", y una interpretación sobre el trasfondo político de las negociaciones entre el PSOE y la izquierda abertzale en 2005 puede encontrarse en "El verdadero frentismo vasco" o, más ampliamente, en "Batasuna mantiene desactivado el conflicto vasco", artículo publicado en Periodista Digital |
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