4 abril 2007
Jesús de Nazaret murió porque no fundó una religión
 

Admito, por supuesto, rectificaciones parciales o totales de cualquier voz más autorizada en cristología, arameo o Historia de las religiones, siempre que no se basen en que los evangelios son una verdad revelada e incuestionable y no el muy humano intento de dar unidad y coherencia al sinfín de versiones orales y controversias que tuvo que haber entre los primeros cristianos sobre unos sucesos acaecidos 40 años antes, más de lo que vivió la mayoría de los testigos directos. Pero, desde unas nociones básicas y un poco de sentido común, me parece que lo que celebra la Iglesia estos días pone en entredicho su propia existencia.

Cuesta creer que Jesús de Nazaret albergara la idea de que la muerte de un hombre era requisito necesario y suficiente para sellar una nueva alianza y redimir los pecados de la Humanidad, aunque tiene su lógica que, si se sentía el Mesías (con o sin fundamento), se impusiera una misión singular. Ahora bien, incluso si esta misión fue consciente y voluntaria y no una reinterpretación de sus discípulos desconcertados por su muerte, lo que es impensable es que alguien planee fundar otra cosa distinta de la tradición y la espera seculares de las que se siente culminación. El famoso “Sobre esta piedra edificaré mi iglesia” no debe entenderse desde la imagen que tenemos de la institución actual, sino desde el significado de comunidad o asamblea que tenía entonces la palabra, y el INRI que le grabaron sardónicamente en la cruz confirma que Jesús no llegó a considerar la suya una escisión. Ni siquiera Pablo, que en sus epístolas nunca llama conversión a su caída del caballo, pretendió crear algo nuevo al abrir la comunidad a los gentiles; con ello se limitó a aplicar la protoluterana convicción que tenía de que la fe como gracia de Dios era más importante que la Ley judía. Sólo a partir de la destrucción de Jerusalén en el año 70, justo cuando se escribe el evangelio primigenio de Marcos, los cristianos se desvinculan de los judíos por la cuenta que les trae.

Si lo mataron unilateralmente los romanos, Jesús fue simplemente uno de tantos judíos zelotes que fracasaron en el intento, no un líder espiritual, y su doctrina una recreación a posteriori de sus seguidores para adaptarse a la derrota. Y si lo hicieron persuadidos por los sacerdotes, no pudo ser porque a éstos les inquietaran los inicios (naturalmente minoritarios, como demuestra el que la gente prefiriera a Barrabás) de la enésima secta ajena a su poder, sino por miedo a que la valiente denuncia que hizo Jesús de su hipocresía, y la rotunda inversión de valores que propuso, terminaran cundiendo en el pueblo y levantándoles el chiringuito. Ante esa amenaza, el viejo judaísmo se defendió aplastando al nuevo. Un cristianismo autónomo y diferenciado le habría dado igual.

 

 

Referencias y contextualización

Otros artículos sobre la Semana Santa y lo que significa son "Perdonad" y "Pasión y muerte". Una broma con motivo de estas fechas se hizo en "Lectura de Miércoles Santo" y una reflexión irónica a cuenta de la edición de 2006, en la que la lluvia aguó la celebración, puede encontrarse en "Sinsentido".

 

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