10 noviembre 2004 |
La reconquista |
Los americanos, tras expulsar a los últimos infieles de su territorio, cruzan el Atlántico para evangelizar Europa. Previamente a la aventura transoceánica, los tradicionalistas, que en el año 2004 habían empezado a tomar conciencia de su poder, eliminan mediante pogroms los últimos residuos de homosexuales que quedaban en el país, envían a la hoguera a las mujeres que abortan y a los científicos que investigan con células madre, y los tribunales dan la vuelta a la jurisprudencia del caso Scopes de 1925, que permitió a un profesor de Biología de Tennessee enseñar impunemente la Teoría de la Evolución en vez del mito de Adán y Eva. Para esa fecha, la religión ha desaparecido del mundo civilizado, que es como se suele denominar al ente supranacional formado por todos los países industriales menos Estados Unidos. Y eso que en España, por ejemplo, justo al mes siguiente de la reelección de George W. Bush que marca el inicio de la revolución conservadora, los católicos habían tratado de seguir el ejemplo de los protestantes yanquis, constituyéndose en lobby contra las medidas del Gobierno socialista. Desde luego, nadie podía negar su derecho a manifestarse, y mucho menos si lo hacían con tanta franqueza como en su diatriba contra la eutanasia, de la que decían: “Uno no puede suicidarse porque su vida no es suya, sino de Dios”. Pero con mensajes tan retorcidos y fantasiosos no hacían más que alejarse de la sociedad, y párrocos progresistas coherentes como el de Babilafuente se vieron obligados a dejar su labor pastoral. La Iglesia no quiso ponerse en manos de los cristianos de base, que rechazaban la campaña pero eran los únicos que podrían haber estimulado las vocaciones, despertando en otros jóvenes idealistas la reflexión: “Si estos tíos son capaces de hacer lo que hacen, de irse a El Salvador o de ayudar a los drogadictos, es porque sienten algo que a mí me gustaría sentir”. En su lugar, el Vaticano se confió al Opus Dei y a alucinados similares, que, por mucho énfasis que pusieron en crecer y multiplicarse, nunca llegaron a calar en la gente razonable. Por fin, tras liderar a Occidente en la cruzada contra comunistas y musulmanes, Estados Unidos hace realidad su vocación de convertirse en el nuevo pueblo elegido del Señor, y combate en interminable guerra santa a los países laicos, aquellos viejos aliados que Washington siempre contempló como un lastre del que podía prescindir en cualquier momento. El último liberal neoyorquino, que no era descendiente de Charlton Heston, maldecía, de rodillas en la arena, a los que habían entregado su país a los simios, justo delante de las ruinas de la Estatua de la Libertad.
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Referencias y contextualización El presidente George W. Bush fue reelegido en las elecciones celebradas el 2 de noviembre en Estados Unidos. Según las encuestas a pie de urna, el 80% de los votantes de Bush lo habían hecho por su defensa de los valores morales. En efecto, aconsejado por su asesor Karl Rove, la campaña republicana había afirmado tajantemente los principios cristianos y se había mostrado en contra del aborto, del matrimonio homosexual (rechazado en referéndum en once estados el mismo día de las elecciones) y la investigación con células madre extraídas de embriones. Esto permitió a Bush movilizar en masa a los protestantes (con mención especial a los evangélicos) y arrebatar muchos votos católicos al católico John Kerry. Conscientes de su poder, la conferencia baptista celebrada el fin de semana en Florida anunciaba la propuesta de impulsar la educación en los colegios religiosos. Por el contrario, las ciudades grandes y cosmopolitas, como Nueva York, se habían decantado muy mayoritariamente por el candidato demócrata. El Gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero, en cumplimiento de su programa electoral (ver "A dos meses vista") había aprobado el matrimonio homosexual (ver "Las palabras y las cosas"), la investigación con células madre, había retirado el carácter obligatorio de la asignatura de Religión (ver "La vuelta al cole") e incluso se llegaba a replantear la financiación estatal de la Iglesia. Por todo ello, algunos colectivos católicos habían anunciado una gran movilización para el mes de diciembre contra lo que consideraban un acoso y un fundamentalismo laico por parte del Gobierno. Esta movilización no había sido oficialmente promovida desde las jerarquías episcopales, aunque contaba con la aprobación desde los púlpitos. La primera campaña iba a ser contra la eutanasia, que, aunque no iba a ser liberalizada a corto plazo, acababa de recibir un gran impulso mediático gracias al estreno de la película Mar adentro, de Alejandro Amenábar (ver "A despecho del señor feudal") . Los grupos cristianos progresistas, en su gran mayoría, se habían posicionado del lado del Gobierno en todas estas polémicas, y el párroco de la localidad salmantina de Babilafuente, Quintín García, había decidido abandonar su labor pastoral (aunque no los hábitos), tras ser reprobada por sus superiores su defensa del matrimonio homosexual. Pogrom es el nombre específico con que se conoce a los diversos asaltos o persecuciones que se han desencadenado en las diferentes épocas contra los judíos en Europa. Durante la Edad Media fueron frecuentes, así como la represión contra las brujas o los científicos. Charlon Heston es el actor protagonista de El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968), una película futurista que fabula sobre un mundo dominado por los simios. En su última escena, Heston (un declarado seguidor de los republicanos y presidente de la Asociación del Rifle que, como aquel partido, defiende el derecho de los norteamericanos a llevar armas) cae de rodillas en la arena y maldice a su especie. El espectador se da cuenta de que se trata del planeta Tierra y no de un planeta diferente porque, a sus espaldas, se ven los restos ruinosos de la Estatua de la Libertad. |
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